Por Gabriel Solano del Partido Obrero
Las medidas anunciadas por Alberto Fernández se caracterizan por su improvisación. El salto exponencial de los contagios y el desborde del sistema de salud obligaron al presidente a reconocer que el DNU emitido hace solo días no sirvió literalmente para nada. Era previsible, claro, porque se limitaban a restringir la circulación entre la cero hora y las 6 am sin afectar los puntos neurálgicos de tránsito de las personas que aceleran el agravamiento de la pandemia. A pesar del fracaso reciente, las nuevas medidas parten de la misma limitación.
El nivel alcanzado por los contagios requiere una suspensión generalizada de la actividad económica de las grandes plantas por un plazo de tiempo establecido. Pero Alberto Fernández ha tomado al pie de la letra el librero de la Unión Industrial, que afirma sin demostrar que los lugares de trabajo son seguros y no generan contagios. Sin embargo, en los últimos días plantas industriales importantes debieron suspender turnos enteros por el alto número de trabajadores infectados. Que dichos contagios se generen en el propio lugar de trabajo o en el transporte público es algo secundario. Después de todo, el trabajador requiere del transporte público para poder concurrir a su lugar de trabajo.
Al mantener la actividad económica sin restricciones entre las 6 hs de la mañana y las 19 hs difícilmente se genere una reducción de los contagios. Además, porque tampoco se anunciaron medidas de reforzamiento del transporte público que permitan evitar el desborde de trenes y colectivos que ha quedado registrado en imágenes que giran por las redes sociales. Para el presidente, los contagios son responsabilidad de los ciudadanos que no se cuidan y no del Estado que no ha asegurado las medidas elementales para evitar la propagación de la pandemia. No hay fiesta clandestina ni reunión social equiparable al ferrocarril Sarmiento en sus horarios pico.
Fue muy llamativo que de los anuncios estuvo ausente por completo cualquier medida de ayuda económica para los sectores afectados, sean trabajadores o pequeños comerciantes o profesionales independientes. La IFE, eliminada como parte de los planes de ajuste fiscal negociados con el FMI, no ha sido repuesta. Tampoco ninguna medida sustitutiva o similar. El costo presupuestario del anuncio del gobierno fue cero. Pero sin apoyo económico se profundizará una orientación de ajuste que se viene aplicando de hecho, y abre el peligro de una rebelión de los sectores afectados que rechazarán aceptar el toque de queda nocturno o el cierre de algunas actividades –gimnasios, clubes, etc.
La conciencia de que esta rebelión se puede desarrollar más temprano que tarde explica que Alberto Fernández dedicó una parte importante de su discurso a enfatizar que desplegará las tropas federales para hacer cumplir las medidas. Incluyó el despliegue de las FF.AA., cuyas misiones sanitarias tienen claramente un carácter intimidante en los barrios populares golpeados por la miseria.
Otra omisión evidente fue la falta de anuncios para reforzar al sistema de salud, algo elemental en el cuadro de una pandemia y muchos menos la centralización del mismo para permitir un uso de los centros estatales y privados de salud en función de las necesidades que plantea un sistema al borde del colapso. En momentos donde se desarrolla en Neuquén una huelga histórica de los trabajadores de salud, y cuando en la provincia de Buenos Aires han cerrado 10 clínicas y sanatorios, el presidente solo señaló que se habían relajado los protocolos entre los propios trabajadores. Se trata, como mínimo, de una burla. En relación a la vacunación, el presidente dijo que llegarían nuevas vacunas, pero ocultó que se trata de una cantidad irrisoria que no tiene la menor proporción con las necesidades que tiene el país para inmunizar a la mayoría de sus habitantes. La excusa utilizada fue invocar que se trata de un problema mundial, sin posibilidad de resolución en el corto plazo. Pero ocultó que en la Argentina se produce el compuesto activo de la vacuna de AstraZeneca, a cargo del laboratorio de su amigo Hugo Sigman. De ese laboratorio ya fueron exportadas 40 millones de dosis y ninguna regresó al país, a pesar de que hay un contrato firmado por 22 millones de vacunas. El planteo de intervenir ese laboratorio asegurando la continuidad y finalización de la producción para abastecer la demanda local y regional que hemos hecho desde el Frente de Izquierda sigue sin ser escuchado.
Increíblemente las medidas anunciadas serán solo para para la zona metropolitana, cuando los contagios crecen en todo el país. Provincias como Córdoba y Santa Fe, por ejemplo, vienen reportando contagios superiores a los 1.500 y a veces de los 2.000. En lo que equivale a una abdicación, dejó en manos de gobernadores e intendentes la adopción de medidas, renunciando a la responsabilidad que le cabe como presidente de toda la Nación.
La suspensión de las clases presenciales, la única medida concreta y efectiva anunciada, fue una victoria de la docencia, que en el día de hoy realizó en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires, un paro masivo. Pero el pasaje transitorio a la virtualidad no fue seguido del anuncio de medidas que garanticen efectivamente la conexión de docentes y estudiantes. La repetición del fracaso del año pasado es inexorable.
En síntesis, las medidas anunciadas no servirán para combatir la pandemia sino que agravarán la crisis sanitaria y social. Es necesario seguir el ejemplo de los trabajadores de Neuquén y de la docencia, para organizar una lucha independiente por todos los reclamos populares referidos a la pandemia y a la crisis social.