El profesional de la Comunicación Visual es un actor clave en el proceso de creación de un emprendimiento o en la planificación a corto y largo plazo en una empresa de envergadura. Es, muchas veces, quien decide el surgimiento de un proyecto, el crecimiento, el declive y posicionamiento de una marca en el mercado o, aún más complejo, el comportamiento de cierto segmento de la población.
En Argentina, el 24 de octubre de 1966, en la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza) una alumna de la carrera de Diseño Industrial (título que abarcaba Gráfica y Productos), Haydée Strittmatter, rendía su última materia y era el primer alumno que aprobaba por completo el cuarto año. Y por tal, en función de lo establecido por plan de estudio de esa época, obtenía un título intermedio de la carrera, el de Diseñador. Desde ese momento en adelante, los diseñadores académicos y los profesionales idóneos en el área, algunos de ellos, establecidos y consagrados en el mercado laboral, comenzaron a mostrar los primeros avances del Diseño Gráfico como disciplina separada otras ciencias: las Artes Plásticas, la Fotografía o Arquitectura que, hasta ese entonces, absorbían los trabajos de un Comunicador Visual.
Más allá que estos sucesos se desarrollaron hace más de 50 años, la carrera conserva su carácter joven frente a otros estudios tradicionales como lo son la Medicina, el Derecho y las Ciencias Económicas. Esta característica ha dado lugar a debates sobre la autonomía, la seriedad o el conocimiento popular acerca del Diseñador Gráfico y su potencial como profesional en el mercado laboral. Por otro lado, debido al constante avance en lo referente a las Nuevas Tecnologías de la Información (TIC´s) y aquellas aplicadas a otras ciencias (como la robótica, la Medicina o la Arquitectura) el diseñador gráfico ha necesitado adaptarse constantemente a las demandas para lograr seguir vigente en una industria muy competitiva.
Sin embargo, el comunicador visual se ha podido establecer en el mercado laboral y, de a poco, va ganando su espacio en las empresas o instituciones de cada rincón del país.
Este profesional es capaz de integrar el equipo de trabajo de una organización desde el momento de concebir un proyecto, no sólo cuando se ponen en juegos temáticas relacionadas a lo visual y comunicativo, sino en una etapa previa: de investigación, análisis y estrategia.
Esta aptitud le ha permitido permanecer, posicionarse y ganar el respeto de quienes dirigen un un proyecto ya sea público o privado.
Para aquellos que nacimos en un mundo analógico, el desarrollo de nuestra formación y posterior ejercicio de la profesión ha sido una constante adaptación al contexto y requerimientos de la industria.
De esta manera, cada vez que surge un cambio en la manera de trabajar, en la necesidad del mercado o ante el avance de la tecnología debemos tomarlo como una herramienta más que facilita y agiliza nuestra tarea y no como un reemplazo de nuestro ser. Como profesionales, no debemos aferramos a determinadas herramientas y tendencias de comportamiento en el consumo, sin la posibilidad de re-adaptarnos una vez que éstas ya no existan, desapareceremos como profesionales.
Un empresario o emprendedor, sin importar su área de formación, debe comprender la importancia de la Comunicación en su proyecto y, adaptar la misma a sus necesidades y el entorno con el cual convive. Por esta razón, es importante que cuente en su equipo de trabajo a profesionales que estén a su lado en el día a día en los procesos de Comunicación de su marca para que pueda ser competitiva dentro de un mercado.