Mientras espera un trasplante de médula ósea debido a un cáncer de células sanguíneas (leucemia), Jésica Guido (37) señala que la enfermedad que atraviesa hizo que se «enamorara» de sí misma como nunca antes y, paradójicamente, que decidiera no hacerse nunca más «mala sangre» por nada que no valga la pena, desde su nueva perspectiva.
«Abracé mi enfermedad, empecé a entender el para qué me estaba pasando esto y decidí que nunca más me haría mala sangre. Esta enfermedad me hizo valorar mucho más, aceptarme y enamorarme de mí como nunca, porque abracé mi cuerpo y cada sentir como nunca antes», reflexiona Jésica ante Télam.
La historia de Jesica comienza una noche de julio de 2021, en plena pandemia. «Tuve un dolor de espalda muy fuerte -recuerda-, que me dejó tirada en el piso pero del SAME no enviaban ambulancias por la situación sanitaria. Un médico que me vio me dio analgésicos con corticoides que durante días no lograron calmar el dolor». Aclara que días antes había percibido que se sentía cansada.
De pronto varios síntomas más aparecieron, como sangrado de encías, nariz o toser con sangre.
«La ‘profe’ de gimnasia, exponente de la vida saludable, estaba recibiendo un diagnóstico de una enfermedad en el sistema linfático», expresa. Y agrega: «El día del amigo, 20 de julio, me confirman el diagnóstico, tenía leucemia, y quedé internada por 5 semanas en el Hospital Italiano».
Aunque fueron días difíciles con pinchazos, catéter, quimio y llantos, Jésica decidió que no iba a bajar los brazos. En algunas de las charlas que tuvo con su mamá Patricia, quien es coach oncológica, entendió que «hay que aceptar que cuanto menos resistiera más chances había de sanar y me entregue».
«Me puse a estudiar y a leer para ver qué era lo mejor a nivel fisiológico y de alimentación», remarca, para luego relatar cómo fue su reacción al saber que iba a perder el pelo durante el tratamiento: «Decidí cortarlo y donarlo antes (porque) pensé: ¿cómo puedo hacer de esto algo bueno y ayudar a otros?'»
Debido al contexto, no podía recibir visitas -solo se le permitía la de su mama- pero, siempre optimista y dispuesta a salir adelante, narró que durante su internación se disfrazaba de la Mujer Maravilla, bailaba con los enfermeros, y decoró su habitación con fotos todas las personas que estaban para ella. «Todos los que estaban fuera del hospital, estaban conmigo ahí igual», remarcó.
«Recibí sangre de unas 350 personas», dice con la voz entrecortada, en tanto remarca la importancia de la donación, en tanto se cuestionó el por qué nunca había sido donante.
«No existe la lucha -afirma Jesica-, lucha significa uno contra otro y uno puede vencer, en mi caso la enfermedad vino a ocupar mi cuerpo hasta que yo entienda el mensaje y cuando eso suceda se va a ir». Y concluye: «Puse todo lo que dependía de mí para hacer de esa situación algo mejor, me ocupé solo de lo que dependía de mí y lo que no, simplemente solté y me entregué y confié».
Jésica es una de las personas que brindan testimonio en la campaña «Vivir Con Cáncer», que la compañía farmacéutica Bristol Myers Squibb presentó, por tercer año consecutivo, junto a la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), «Vivir Con Cáncer».
La iniciativa reúne testimonios de personas conectadas por esta enfermedad y hace hincapié en la importancia de la prevención, el diagnóstico oportuno y la contención a pacientes. Y estará disponible vía web, además de en YouTube.