El periodista Jonatan Viale abrió su programa en radio La Red con un duro editorial en el que criticó la recientemente promulgada Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva -más conocida como Emergencia Económica- y desató la polémica en las redes sociales, con cientos de mensajes de apoyo y otros tantos cuestionamientos.
En su columna, titulada “La hipocresía», Viale aseguró que el gobierno de Alberto Fernández realizó un fuerte ajuste que “disfrazó» de justicia social. Además, señaló la doble vara con la que algunos sectores, como el sindicalismo, juzgaron otras políticas de austeridad en el pasado.
Ante la polémica desatada, Viale retrucó por la tarde: “Los que me dicen gorila y golpista por criticar la ley de Solidaridad Económica son los mismos que hace cinco meses me felicitaban con excesivo amor por criticar las diez bombas económicas que dejó el gobierno de Macri, a días de las PASO. Coherencia!!!”.
El editorial completo:
Señores, vamos a hablar de la hipocresía. Hay muchos hipócritas en realidad. Hay dos clases de hipócrita, están los mentirosos -cómo detesto a ese que expresa ideales que no tiene, el que finge sentimientos, el actor, impostor- y el cínico -ese que juzga con doble vara, ese que a los débiles los destroza y a los poderosos los perdona por el mismo hecho-. La palabra hipócrita en griego significa actuar.
Por ejemplo, ‘las plañideras’ eran hipócritas. Cuando alguien fallecía en el Antiguo Egipto, la familia del difunto contrataba a unas mujeres para que lloren y hagan público el dolor de la familia. Eran las Plañideras o las lloronas. En muchos casos, la importancia del finado se medía por la cantidad de plañideras que acudían al funeral. Si había 20 lloronas, el muerto era importante. Si había dos, era un medio pelo. Y si no había, el muerto era un plebeyo. Las mujeres llevaban un vaso en el que recogían sus lágrimas. Eran los ‘lacrimatorios’. Cuando terminaba el sepelio, se encerraban con mucho cuidado dentro de la urna donde depositaban las cenizas del difunto. Las mejores lloronas eran las que más se retorcían del dolor, actuaban. Cuanto más hipócritas eran, mejor.
Ya en el presente, a punto de entrar en la segunda década del siglo 21, parece que hay gente que se tomó muy a pecho el oficio del hipócrita.
En 14 días como presidente, Alberto Fernández ya usó la palabra ‘solidaridad’ en 84 veces, seis veces por día promedio. Utilizar esa palabra para describir cómo la política le mete la mano en el bolsillo a un jubilado que gana $18.000 por mes es lisa y llanamente un acto de hipocresía. Lo digo con mucho respeto.
Les digo más: en marzo de 2001 De la Rúa echó a José Luis Machinea y nombró como ministro de Economía a Ricardo López Murphy, el de la cara de bulldog. En ese momento anunció un severo plan de ajuste con 28 medidas en un día duramente resistidas y terminó renunciando. Duró 15 días.
Entre las medidas de López Murphy estaban, por ejemplo, quitar 30 millones de dólares para la SIDE, quitar pensiones por 85 millones de dólares para las pensiones que daban los diputados discrecionalmente a quien querían -a los punteros, obvio-, quitar 180 millones de dólares para las tabacaleras y la eliminación de gerencias de la ANSES ahorrando 17 millones de dólares.
El ajuste total aplicado por el entonces ministro López Murphy era el equivalente a un tercio del implementado por el actual gobierno peronista de Alberto Fernández y Cristina Fernández. Vamos de vuelta: López Murphy, el de derecha, el ajustador serial, el bulldog, el bravucón, el malvado, el perverso, el infame, el indigno, hizo un ajuste total que significó un tercio de lo que está ajustando ahora el gobierno flamante de Alberto Fernández. 660.000 millones de pesos (2 puntos del PBI). Murphy es entonces el 33% de malo que Guzmán. Pero esto no parece reflejarse ni en la política, ni en el sindicalismo -que en ese momento hizo paros- ni en el periodismo -que hizo un escándalo- ni en el FMI.
Cuando el radicalismo o el liberalismo hace ajuste, es Jack el Destripador y Freddy Krueger juntos. Cuando el peronismo hace el ajuste es solidaridad económica y reactivación productiva. Es raro. Eso se llama hipocresía. Doble moral. Doble estándar. Doble vara. La verdad es que no es justo. O criticamos a los dos o nos parecen positivas las dos cosas.
¿Cuál es la clave de todo esto? Que tanto el gobierno de la Alianza como el gobierno de Macri terminaron haciendo el ajuste sobre su propio electorado. Se pusieron de cola a su propio electorado. En este caso el peronismo, mucho más hábil, mucho más inteligente políticamente, decidió hacer el ajuste sobre el electorado opositor. El 40% que votó a Macri que representa el 85% del PBI (Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, San Luis).
Les quiero contar algo más. Cuando Georges Clemenceau (primer ministro de Francia) visitó la Argentina en 1910, en ocasión de los festejos del Centenario, dijo: “No he conocido ningún país en donde tanta gente se considere con derecho a vivir del Estado”. No se refería a los piqueteros o a los pensionados, se refería a la aristocracia rural, que recibía millonarios subsidios estatales.
Estos derechos adquiridos se fueron ampliando llegando a otras capas de la población hasta llegar a una situación inviable con Cristina y con Macri. 19 millones de erogaciones entre jubilaciones, empleados estatales, planes sociales, subsidios de todo tipo y factor, sostenidos por una población económicamente activa de apenas 12 millones de personas. Repito: 12 millones para bancar a 19 millones.
¿Qué es lo que consagra la Ley de Emergencia económica? Exactamente eso. El mundo productivo sosteniendo al mundo del subsidio. ¿O miento? ¿Suena duro? ¿Suena políticamente incorrecto? ¿Suena atrevido? ¿No hay que decirlo en Navidad porque papá Noel nos va a retar? Perfecto. Pero no hay una sola mentira en lo que acabo de decir. Lo que molesta no es que siga el saqueo, sino que lo disfracen de justicia social.
Fuente: Infobae