Lo informó el Indec. En enero la canasta básica aumentó por encima de la inflación.
Una familia tipo necesitó $ 56.459 para no ser pobre y $ 23.722 para no caer debajo de la línea de la indigencia, según informó esta tarde el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El informe del organismo indicó que en enero la Canasta Básica Total (CBT), que mide el nivel por debajo del cual una familia cae bajo la línea de la pobreza, se incrementó un 4,2% en el primer mes del año, por encima de la inflación de ese mes, mientras que acumula un incremento interanual del 39,8% en los últimos 12 meses.
En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que mide la indigencia, aumentó el 4,6% y ya acumula un incremento del 44% en 12 meses.
La diferencia entre la inflación y las canastas básicas entre sí se explican principalmente por el componente de las tarifas de servicios y de transporte, que se mantienen prácticamente congeladas desde el comienzo de la presidencia de Alberto Fernández. Por el contrario, el rubro de los alimentos, que más impacto tiene en la medición de pobreza, fue uno de los que más se incrementó en el período.
La inflación minorista fue de 4% en enero y de 36,1% en 2020, y en ese marco se destacó la suba de 42,1% en los valores de alimentos y bebidas en los doce últimos meses, pese a los acuerdo de precios y el establecimiento de “precios máximos” para algunos productos.
No obstante, en enero de 2020 el aumento de la canasta básica alimentaria fue del 55,8% (11,8 puntos superior al registro actual), mientras que la canasta básica total se había incrementado 52,7% (casi 13 puntos más que los actuales registros).
La canasta básica alimentaria (CBA) toma en cuenta los requerimientos alimentarios que requiere un varón adulto, de actividad moderada, durante un mes. En tanto, a la canasta total se le agregan además bienes y servicios no alimentarios básicos.
Con estos datos el Indec elabora semestralmente el índice de pobreza y de indigencia, al cruzar los números de los ingresos salariales de las familias. No obstante, hay cierto consenso en señalar que no se trata de una medición muy exacta, ya que depende de la variación de los precios y los ingresos, pero no contempla otros aspectos fundamentales como las condiciones de habitabilidad de los hogares, el acceso a servicios básicos como las cloacas o el agua corriente y las posibilidad de tener servicios de educación, entre otros aspectos.