«Les voy a ser sincero, espero un milagro…» Así comienza la carta que el padre de Lucas, Mario González, enviaba a La Garganta Poderosa mientras el chico de 17 años agonizaba tras ser baleado por efectivos de la Policía de la Ciudad.
«Necesitamos que ya no ensucien más nada, porque no lo podrán ocultar, está todo claro. Sabemos que los chicos salían de entrenar y les dispararon», dice el texto en referencia a los medios que hablaban de «delincuentes» y un presunto «enfrentamiento».
«Quisieron instalar que Lucas tenía un arma, pero lo único que tenía mi nene eran los botines y las canilleras. Nunca hubo balaceras, ¡fue víctima de gatillo fácil!», sentencia padre del chico en esta carta que reproducimos completa a continuación:
Mario González a La Garganta Poderosa
Les voy a ser sincero, espero un milagro. Recién estaban haciéndole una serie de estudios a mi hijo. Lucas está respirando sólo porque tiene el aparato prendido, no tiene signos vitales. Necesitamos que ya no ensucien más nada, porque no lo podrán ocultar, está todo claro. Sabemos que los chicos salían de entrenar y les dispararon; nos vamos a ocupar de que los policías responsables vayan a prisión.
Como cada mañana, Lucas viajó de Florencio Varela hasta Barracas Central, donde juega; ayer fue con tres amigos. Cuando terminaron el entrenamiento, salieron en auto y pararon en un kiosco. A las dos cuadras los interceptó un coche de donde bajaron policías de civil, quienes sin mediar palabras empezaron una ráfaga de balas; dos de los tiros dieron en la cabeza de mi hijo. Quisieron instalar que Lucas tenía un arma, pero lo único que tenía mi nene eran los botines y las canilleras. Nunca hubo balaceras, ¡fue víctima de gatillo fácil!
Estaban de civil, sin chalecos, sin chapas, sin uniformes y sin identificación… A Lucas lo acribillaron. Anoche, un cuerpo de la Brigada de la Policía de la Ciudad le dijo a mi mujer que estaban “completamente arrepentidos y avergonzados de lo que había pasado”, y que quedaban a disposición, como si no hubieran sido ellos mismos quienes me lo devolvieron así. Esto pasa porque es un pibito que le gusta andar bien vestido, usar viserita y zapatillas, porque estamos marginados, porque somos humildes y piensan que somos basura.
Hoy, a Lucas lo vienen a visitar de todas partes, tiene millones de amigos. Vuelve de entrenar, come y duerme la siesta. Se había anotado a la noche para terminar la secundaria, así podía seguir jugando, porque su sueño era triunfar en el fútbol. Quiero agradecer a toda la gente que se solidarizó. Sé que desde la Villa 21-24 de Barracas se hará una movilización a la que no creo poder asistir porque estoy acá peleando por la vida de mi hijo. Sigo acá, como puedo, esperando el milagro para luego ir por los responsables hasta que se hagan cargo de la mugre que hicieron, y ojalá esta vez la Justicia no actúe mal.