Por Beatriz Ibargüen
Ensalada de frutas, un puñado de frutos secos y jugo de naranja: ese es uno de los desayunos con los que inicia el día Antonia, de 11 años, junto a su mamá Fernanda Dell’olio, de 40, ambas son vegetarianas y llevan una dieta controlada por una especialista.
«Anto decidió por ella misma ser vegetariana, no se lo impusimos. Un día vino con eso de que, en adelante, sólo comería pescado de las proteínas animales y le empezamos ayudar a dejar de comer animales, obviamente asesorados de una nutricionista y pediatra», contó Dell’olio.
Lo mismo aseguró Ana Romero, mamá de Miguel, quien a los 7 años, tras presenciar con el estómago revuelto un colectivo de medias reses colgando de un camión frigorífico (“¿Son humanos, ma?”), le informó que no comería más animales.
Santiago, hijo de Fernando Sammartino y de Soledad Martínez, también decidió a los 6 años ser vegetariano. “’Che, ma, no quiero comer más carne’, me dijo», contó la madre del pequeño.
Y es que hoy en día existe una tendencia mundial al crecimiento del vegetarianismo y veganismo, sobre todo entre jóvenes y niños. Aunque no hay sustento estadístico.
«La realidad es que este aumento se palpa en las calles y en una sociedad cada día más consciente y que está comenzando a ver esta alimentación como algo serio, como lo que es, y no como una moda. No hay estadísticas de cuantos niñas o niños son vegetarianos, pero sí un estudio que encargó la Unión Vegana Argentina en el 2020 a la empresa Insights Kantar arrojó que el 12% de los argentinos son veganos o vegetarianos, y marcaba un aumento del 3% con respecto al año anterior», explicó a minutouno.com, Juan Esteche, licenciado en Nutrición (MN 10482) y activista socioambiental en Alianza x El Clima y la Coordinadora BFS (Basta de Falsas Soluciones).
Ahora bien, ¿dejar o no fuera del menú infantil la carne?, esa es la pregunta que se formulan cada vez más padres, ya sea porque ellos mismos han adoptado el vegetarianismo en alguna de sus diversas formas o porque sus hijos se niegan con mayor o menor énfasis a comer carne. Lo cierto es que incluso la medicina tradicional se presenta más a favor de esa decisión, aun cuando señala, sobre todo en el caso del veganismo, cuestiones no menores que deben ser atendidas para garantizar el normal desarrollo de los chicos.
La Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos (antes llamada A.D.A), el organismo que reúne alrededor de 100.000 profesionales de la salud, y replicada en todos los demás organismos de nutrición del mundo, incluida la Sociedad Argentina de Nutrición, fijo su posición en lo referente a la alimentación vegetariana, y señala que bien planificada, es apropiada para todas las etapas del ciclo vital, incluyendo embarazo, lactancia, infancia y adolescencia.
Julieta García Meléndez, licenciada en Nutrición (MN 9523) y especialista en alimentación basada en plantas, señaló que: «Es posible en todas las etapas de la vida, es importante que está sea correctamente planificada y acompañada con un profesional de la salud».
En ese sentido, el licenciado Esteche aclaró que «el veganismo no es una dieta, sino una postura ética que está en contra de cualquier tipo de explotación a los demás animales no humanos. La alimentación de los veganos la llamamos basada en plantes, del inglés ‘plant based’. Esta alimentación se adecua a cualquier etapa del ciclo de la vida del ser humano, incluida la lactancia y el embarazo, y también para deportistas».
Sin embargo, los expertos coinciden en que en algunos casos sería un error plantear equivalencias para reemplazar comidas puntuales.
«A la hora de pensar en proteínas, el equivalente de la carne son las legumbres; los frutos secos y los cereales también son ricos en proteínas. Aunque debemos aclarar que el requerimiento de proteínas diarias ha bajado sustancialmente desde lo que se creía hace 100 ó 50 años atrás. Con lo cual no pasará nada malo para nuestra salud si un día no se comen legumbres, siempre y cuando se coman alimentos integrales (no refinados), suficiente y variado», aseguró Esteche
Y agregó: «El gran error de las equivalencias es creer que debemos buscar una ‘leche vegetal casera’ igual que la leche de vaca en cuanto a contenido de calcio y proteínas. Primero porque no necesitamos leche de vaca, ya que es una secreción propia de la vaca para su ternero, no para humanos. Y segundo porque si nuestra bebida vegetal no contiene mucho calcio o proteínas no es un problema, porque tenemos todo el resto del día para consumir esos nutrientes en otros alimentos. Para el calcio tenemos hojas verdes, frutos secos, semillas, brócoli, tofu, apio, repollo, naranjas y mandarinas entre muchos otros.
Por su parte, García precisó que: «La idea de llevar este tipo de alimentación, es cubrir todos los nutrientes que necesita el niño con diversos alimentos vegetales y que sea una alimentación correctamente planificada; es decir, que tenga: legumbres, semillas, frutos secos, cereales, frutas y vegetales».
Esteche explicó que «no se trata de nutrientes en plural sino que es en singular. Sólo la vitamina B12 es el único micronutriente que no se halla en los vegetales, y no es una falla de esta alimentación sino de nuestro alejamiento de la naturaleza. Ya que la vitamina B12 la producen las bacterias de la tierra y el agua, y ya no podemos incorporarla como lo hacíamos en los albores de la humanidad arrancando las frutas directamente de los árboles, o arrancando las hojas comestibles del suelo, y llevarlas directamente a la boca con nuestros dedos. Cada partícula de tierra sobre esos alimentos contenía millones de bacterias».
«Tampoco podemos beber agua directamente de arroyos. Nuestra forma civilizatoria, más la contaminación ambiental de origen antrópico, hace que debamos suplementar esta vitamina. Es importante informar que muchas de las carnes y productos de origen animal que están en las góndolas poseen vitamina B12 suplementada, ya que los animales de feedlots o megagranjas, al haber perdido el contacto con la naturaleza, además de recibir vacunas, antibióticos y hormonas, también son suplementados con B12. Entonces decimos: “evitemos el intermediario, y directamente suplementémonos nosotros”. La vitamina D tampoco está presente en los alimentos vegetales, pero esta no es necesaria que esté allí, ya que la fabrica el propio cuerpo cuando exponemos la piel al sol entre 15 y 20 minutos durante por lo menos tres días a la semana», explicó.
Sobre los «a favor» del vegetarianismo, también hubo coincidencias entre los expertos. Según García, «los estudios científicos sobre la salud infantil presentan que los que llevan una dieta vegetariana evidencia que presentan menores tasas de obesidad y sobrepeso, menor riesgo de presentar enfermedades metabólicas como diabetes, y colesterol».
«Si es una alimentación vegana bien planificada, que no incluye ultraprocesados, ya estarán previniendo todas las enfermedades crónicas (hipertensión, diabetes 2, entre otras). Desde ya que sus arterias no comenzarán a taparse con colesterol, algo que sabemos puede comenzar desde la infancia», explicó Esteche.
«Otro aspecto muy importante es que no aceleramos el crecimiento y maduración sexual (menarquia precoz) que puede promover la proteína animal y las grasas, previniendo problemas psicosociales derivados de esta situación de ‘crecer antes de tiempo’, y además disminuyendo los riesgos de probabilidad de cáncer asociado a los procesos hormonales de la mujer (mama, útero, ovarios) en la etapa adulta. También evitamos los cólicos infantiles en bebés, ya que la gran mayoría de ellos se deben a la incompleta digestión de la compleja proteína de la leche de vaca y la posterior reacción a ella», agregó.
¿El seguimiento clínico del paciente pediátrico tiene que ser mucho más cercano que en los otros casos?
«No, en absoluto. Un niño saludable, con madres y padres veganos informados y responsables, no necesitan visitar un pediatra o nutricionista más que cualquier niño o niña que no lleva esta alimentación. Seguramente jamás visitará al pediatra por el culpable número uno de las alergias alimentarias en la infancia: la proteína de la leche de vaca. Ni tampoco por el segundo: la proteína del huevo», explicó Esteche.
García coincide en ese punto: «No se necesita un estricto control pediátrico en este tipo de niños, ya que si esta bien asesorado y guiado, es como cualquier otro niño. Tanto un omnívoro o un vegetariano, es importante que el niño tenga una alimentación bien planificada y sea saludable. Muchas familias desconocen este tipo de alimentación, es importante un correcto asesoramiento para después poder llevar la alimentación del niño de manera correcta y evitar cualquier tipo de déficit de nutrientes».
La especialista retoma un dato que ha sido corroborado por estudios que evaluaron a través del tiempo el desarrollo de los chicos veganos: «Es fundamental que tanto la población de niños, adolescentes y adultos suplementen esta alimentación con la vitamina B12, que está presente en las carnes y en mucha menor proporción en los lácteos y huevos, con lo cual al población que lleva una dieta vegetariana o lactovegetariana no lo cubre, con lo cual es importante que el profesional de la salud especializado pueda asesorar en la suplementación correcta de esta vitamina. El resto de los nutrientes se cubre teniendo una alimentación correctamente planificada con todos estos grupos de alimentos: vegetales, semillas, cereales y frutas».