El joven copia algunas estrategias, arma el equipo en un campo de juego virtual y simula las habilidades de los jugadores.
«Me dedico a representar en torneos internacionales y nacionales de juegos electrónicos. El club es el primero en Latinoamérica que hace esto. Siempre intenté repartirme entre el trabajo, familia, novia, amigos; no juego más de cuatro horas repartidas en dos. La tecnodependencia es nociva en todos los ambientes», señaló Colagrossi.
En los principales clubes de Europa ya existe la disciplina y contratan jugadores para competir en torneos a nivel mundial.