Al igual que lo hizo para contribuir a aliviar la capacidad del sistema de salud frente a la pandemia del coronavirus , la Iglesia ofreció sus casas de retiro y lugares de hospedaje para recibir a los presos que la Justicia envíe a prisión domiciliaria para evitar las condiciones de hacinamiento en las cárceles.
Así lo anticipó el obispo Juan Carlos Ares , presidente de la Pastoral Carcelaria del Episcopado, al reiterar que la Iglesia se ofreció a participar de un espacio de diálogo para resolver la crisis planteada en torno de la pandemia del coronavirus en las cárceles y la polémica que generó la liberación de detenidos. Aclaró, sin embargo, que no fue convocada.
«Por más que esté preso, una persona no pierde la dignidad» , dijo monseñor Ares, que es también obispo auxiliar de Buenos Aires y por su trabajo pastoral visita con frecuencia la cárcel de Villa Devoto, entre otras unidades penales. Las reuniones del Gobierno con las autoridades del penal y los presos se realizan en la capilla de la cárcel, pero la Iglesia no interviene ni participa de las negociaciones.
Frente a las polémicas decisiones de muchos jueces, el obispo advierte que no solo debe dar respuestas la Justicia. «Hay mucha presión sobre el Poder Judicial. Las sociedades quieren que las condenas se cumplan y eso está bien. Pero es necesario que también actúen el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, con medidas extraordinarias», señaló.