La obesidad es una epidemia que el mundo no puede controlar. Un estudio publicado por la revista New England Journal of Medicine advierte que en 73 países el número de obsesos aumentó a más del doble entre 1980 y 2015. Hasta 2015, 107,7 millones de niños y 603,7 millones de adultos sufrían de obesidad en el planeta, según revela este trabajo que fue presentado en Suecia. Si bien la prevalencia de la obesidad en niños es más baja que en los adultos, su aumento ha sido más rápido en esos 35 años, indican los autores del estudio.
Esa es la tendencia que también se dio en la Argentina: el sobrepeso y la obesidad en niños aumentó alrededor de 30% y en niñas el incremento rondó el 10%. En adultos, el sobrepeso creció un 3% en hombres y un 6% en mujeres. En cuanto a la obesidad en adultos, se incrementó un 19% en los hombres y un 17% en las mujeres.
Sobre estos datos, Esteban Carmuega, presidente del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, advierte que hay pocos estudios transversales para evaluar la evolución de la población infantil: “Nuestra impresión es que la obesidad infantil viene creciendo, haciéndose cada vez más temprana, y moviéndose de sectores más acomodados a los más pobres”.
Sobre población adolescente sí hay más datos, afirma el especialista, y tanto la Encuesta Mundial de Salud Adolescente como la Encuesta Mundial de Salud Escolar “muestran cifras de enorme preocupación”. Es que hoy en día la población escolar es la que se encuentra con “mayor exposición al exceso de peso”. Y detalla: “Con mínimas diferencias, hoy 4 de cada 10 escolares tienen sobrepeso”.
En la Argentina, al igual que en otros países de América Latina, se da una paradoja: “Cuando todavía no pudo resolver la carga que implican las enfermedades carenciales, como el bajo peso o la anemia, se instalan enfermedades vinculadas a la obesidad, generando una gran carga económica de salud para la sociedad”.
Según el estudio, se estima que 4 millones de muertes en el mundo estuvieron vinculadas al sobrepeso en 2015. Casi el 70% de las muertes vinculadas a un elevado índice de masa corporal fueron por enfermedades cardiovasculares. Y más de 60% de esas muertes ocurrieron entre personas obesas.
El informe hace referencia también a que en la última década los investigadores vinculados al tema vienen proponiendo una serie de políticas para reducir la obesidad, como la restricción de la publicidad de alimentos no saludables para niños, la mejora de las viandas escolares, la aplicación de impuestos para reducir el consumo de comidas poco saludables y brindar subsidios para propulsar dietas saludables.
“Algunos países empezaron a implementar algunas de esas políticas, pero aún no se demostró un gran éxito”, advierte el estudio. Y agrega: “En 2013 la OMS pidió un aumento nulo en la prevalencia del sobrepeso entre los niños y en la prevalencia de la obesidad entre los adultos. Sin embargo, dada la actual situación de obesidad, el ritmo de aumento y los desafíos existentes en cuanto a la aplicación de las políticas alimentarias, lograr este objetivo parece poco probable en un futuro próximo”.
La epidemia de obesidad, afirma la nutricionista Silvina Tasat, vocal de la Comisión Directiva la Sociedad Argentina de Nutrición, responde a una multiplicidad de factores. “Tiene que ver con la alimentación, pero también con el sedentarismo. Uno lo ve más claro en los chicos, que antes tenían mucha más vida activa. Ahora, con el avance de los smartphones, Netflix, las tablets, ves a chicos de 2 años que todavía no saben hablar y están conectados”. Para la especialista, la obesidad no se puede atribuir sólo al exceso de energía y a la genética, “hay múltiples factores, sedentarismo, hábitos no saludables, una cultura del delivery muy arraigada, un cambio en el patrón de juego”, añade. Y también, “lo que ven, más que lo que escuchan. Es importante predicar con el ejemplo”.
En la Argentina, dice Mónica Katz, médica especialista en nutrición, faltan “acciones sanitarias para prevenir la ganancia de peso” y cuestiona que “las pocas acciones están basadas sólo en información, como las guías alimentarias”. Para la médica, “información no es cambio, la mayor parte de la problemática sanitaria no depende de no saber qué hacer, sino de no poder hacer lo que se sabe”.