¿Las cuarentenas “ideologizadas” podrán avasallar las democracias?

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Las restricciones parciales a la libertad y propiedad que ciertos gobiernos democráticamente elegidos aplican actualmente mediante regulaciones legales no son otra cosa que un “totalitarismo parcial”

Anthony Fauci, el célebre médico infectólogo de los Estados Unidos y uno de las personas con mayor índice de credibilidad en dicho país, manifestó que las cuarentenas son efectivas y una poderosa herramienta contra la actual pandemia siempre y cuando reúna las siguientes condiciones: medida excepcional, limitada en el tiempo, lo más corta posible compatible con los efectos a lograr y que sea esencialmente apolítica. La pregunta central es si esto está ocurriendo en la mayoría de las naciones en el mundo.

Para tratar de responder adecuadamente al último punto y nódulo central de este artículo, o sea, el enorme riesgo de la politización de las medidas restrictivas, es oportuno recordar que los regímenes totalitarios se caracterizan por disponer totalmente de la vida de las personas, siendo los habitantes de los países donde se establecen estos tenebrosos regímenes un medio para los fines de algunos presidentes, incluso elegidos democráticamente pero que se van transformando paulatinamente en auténticos dictadores.

Para tratar de responder adecuadamente al último punto y nódulo central de este artículo, o sea, el enorme riesgo de la politización de las medidas restrictivas, es oportuno recordar que los regímenes totalitarios se caracterizan por disponer totalmente de la vida de las personas, siendo los habitantes de los países donde se establecen estos tenebrosos regímenes un medio para los fines de algunos presidentes, incluso elegidos democráticamente pero que se van transformando paulatinamente en auténticos dictadores.

De esta manera la libertad va desapareciendo lentamente a través de la inoculación paulatina, en dosis homeopáticas y con sedantes, del virus estatista, dirigista, intervencionista, o sea la exacta fórmula antiliberal. Esta es la estrategia excepcional que han encontrado los nacionalismos, populismos y la izquierda en este siglo XXI para ir minando poco a poco el sistema democrático y republicano de gobierno, vulnerando sistemáticamente los derechos de los ciudadanos comenzando con el primero, la libertad, el valor más preciado que tenemos los seres humanos.

Si bien el totalitarismo en su acepción más completa del término prohíbe el ejercicio de todas las garantías individuales, es importante destacar que las restricciones parciales a la libertad y propiedad que ciertos gobiernos democráticamente elegidos aplican actualmente mediante regulaciones legales en materia civil, política y económica, no sonotra cosa que un “totalitarismo parcial”, rumbo al objetivo final: el control absoluto de la sociedad por el Estado.

Ya lo decía Alberdi en 1853: “La omnipotencia del Estado es la negación de las libertades individuales”. Ludwig von Mises lo advertía al respecto de esta manera en su obra “Liberalismo”: “En cuanto se abandona el principio de que el Estado no debe intervenir en la vida privada de los ciudadanos, acabamos regulándosela a éstos hasta en los más mínimos detalles desapareciendo la libertad individual. El ser humano deviene esclavo de la comunidad, constreñido a obedecer los mandatos de la mayoría”.

Por otro lado Friedrich Hayek, otro de los gran pensadores de la libertad, decía al respecto en su magistral libro “Camino de Servidumbre”: “Desde el momento en que se admite que el individuo no es sino un medio para servir los fines de una entidad superior, llámese ésta la sociedad o la nación, siguen inevitablemente todas aquellas características del totalitarismo que a nosotros nos horrorizan”.

En consecuencia, es posible y a su vez comprobado universalmente en estos tiempos de distintos tipos de “cuarentenas ideologizadas”, que algunos gobiernos electos a través del sufragio aplican medidas que van limitando cada vez más la esfera de los derechos individuales, mimetizándose en dictaduras como primer escalón y luego sí, podrían avanzar lamentablemente hacia tiranías, especialmente si surgen liderazgos de personajes que utilizan la demagogia y el fanatismo político como recurso para consolidar su poder, como se percibe en algunos países. Recordamos con angustia manifiesta el fatídico 6 de enero de este año cuando extremistas tomaron por asalto el Capitolio, representando el ataque más pavoroso que se recuerde al sistema democrático desde la guerra civil en el país, cuna de la Libertad.

Hayek lo planteaba de esta manera: “Así como el estadista demócrata que se decide a planificar la vida económica se verá pronto ante la alternativa de asumir poderes dictatoriales o abandonar sus proyectos, así el caudillo totalitario se vería en corto tiempo ante el dilema de pasar por encima de los principios morales corrientes o fracasar. Esto explica por qué los hombres poco escrupulosos son los que cuentan con mayores oportunidades de éxito en una sociedad orientada hacia el totalitarismo”.

En consecuencia es típico de los regímenes con aspiraciones totalitarias la concentración del poder con lo cual unos pocos deciden sobre la vida del resto ya que no es el origen del poder lo que garantiza contra la arbitrariedad, sino las limitaciones que se le señalen para liberarlo de todo cariz dictatorial, establecida en la forma republicana de gobierno consistente en la separación, independencia y control recíproco de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, único sistema de balances y contrapesos, corazón del sistema democrático.

Para Anthony Fauci, el principal epidemiólogo del Gobierno de Estados Unidos, las cuarentenas deben ser «excepcionales, limitadas en el tiempo, lo más corta posible compatible con los efectos a lograr y que sea esencialmente apolítica»

En definitiva, existe una marcada vinculación entre los gobiernos populistas, con gobernantes demagogos, personalistas y reiteramos, incluso elegidos democráticamente, que pueden eventualmente dirigirse hacia el autoritarismo y que podemos sintetizarlos en los siguientes ejemplos precisos:

– Apelan al pueblo, que es víctima de la problemática que se quiere atacar, bien sean extranjeros, migrantes, clases medias y altas, exacerbando supuesta campañas mediáticas y confabulaciones inexistentes, en un clara actitud paranoide.

– Utilizan permanente un enemigo para articular el discurso con el pueblo: las élites económicas, los poderosos, los países vecinos, las naciones con sistemas liberales, etc..

– En estos regímenes el presidente es la “encarnación del país”, principal custodio de los intereses del pueblo, constituyendo una figura paternal (pater familiae) a quien le corresponde encargarse y ser responsable de todos los resortes del poder. El presidente en estos regímenes en consecuencia se sitúan a sí mismos sobre los partidos políticos, incluso el propio.

– La Justicia constituyen un estorbo por ello buscan reemplazarla por personas afines o de alguna manera tratan de minimizar su rol fundamental para el imprescindible equilibrio de poderes.

Habiendo dicho esto y para que no queden dudas, es oportuno recalcar nuestro convencimiento que las cuarentenas son extraordinariamente efectivas y ajustadas a derecho siempre y cuando se cumplan los preceptos enunciados por el eminente Dr. Fauci. Como contra partida, el problema de fondo de los regímenes autoritarios radica en que no soportan la libertad ya que aborrecen que el ciudadano pueda escoger porque saben perfectamente que nunca los elegirían a ellos. Por eso es imprescindible aplicar las dosis de anticuerpos que solo las democracias (liberales, las únicas que existen) tienen internamente, utilizando el gran bagaje que poseen para combatir enérgicamente al nacionalismo y al socialismo por igual.

Por ello, para que no colapsen las democracias, debemos enfrentarlos sin concesiones emocionales o intelectuales: la fuerza de esta cruzada está en la convicción de nuestros principios que se fueron gestando desde hace trescientos años cuando las cadenas de la opresión medieval fueron cortadas por las extraordinarias ideas de la libertad que germinaron inicialmente en el viejo continente contra el despotismo ilustrado y luego se propagó principalmente hacia América del Norte como un reguero de pólvora imparable.

Recordemos que la llama sagrada que encarna los más altos ideales de dignidad individual y progreso, se extendió en forma fulminante por todo el planeta a costa indudablemente de innumerables sacrificios. Por todo ello tomemos con pasión y firmeza esa antorcha flamígena en beneficio de la actual y de las futuras generaciones que se merecen un mundo cada vez más abierto, competitivo, democrático y republicano.

Abracemos a la tolerancia, a la confluencia de intereses y a la globalización como motor de la interdependencia en el más amplio sentido de la palabra, aspectos estos que se aglutinan en el excelso respeto de los derechos y garantías del ciudadano ya que representan el dique de contención infranqueable a la permanente obsesión universal del Estado para avanzar sobre los individuos.

(Fuente: Infobae.com)

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