La adolescente de 14 años y quienes le cambiaron la vida para siempre, se conocían. Eran todos compañeros de segundo año de la Escuela Normal de Concepción de la Sierra, en Misiones.
Todo ocurrió el día que decidió «ratearse» de clases y, en cambio, acompañó a su amiga hasta la casa de otro compañero del curso. El chico no las esperaba solo, estaba con otros tres alumnos.
La obligaron a tomar alcohol y pastillas, un tipo de ansiolítico y, cuando su voluntad quedó absolutamente quebrada, la violaron entre los cuatro. La otra chica vio todo, pero no hizo nada.
Fueron los gritos de la víctima los que pusieron en alerta a un vecino, remisero, que la rescató y la llevó en su auto al hospital. Cuando la madre pudo verla, todavía sucia y ensangrentada, dijo que la chica gritaba: «No me hagan más daño… no me lastimen más».
Los médicos la atendieron por las graves lesiones en la zona genital con las que llegó pero además, hoy esa chica sufre también ataques de pánico, no puede dormir y no quiere volver al colegio. Porque volver a la escuela sería volver a ver a sus agresores que sólo fueron demorados un par de horas y, como son menores de edad, quedaron todos en libertad.