Un bebé «genéticamente modificado» nació en Córdoba durante el fín de semana mediante un tratamiento in vitro llamado Método de Diagnóstico Genético de Preimplantación (PGS por sus siglas en inglés). Este procedimiento, realizado en la Fundación Fecundarte, consta de un análisis embrionario con el fín de detectar anomalías en el número de cromosomas.
El PGS selecciona a los embriones sanos para transferirlos al óvulo y se deshace de los que no lo son. «No se trata de crear perfección, lo que hicieron en Córdoba es lo que hacemos todos los días en la clínica con las mujeres mayores de 38 años. Le sacaron una célula al embrión para analizar el numero de cromosomas, y si el numero es normal se lo implanta en el útero, lo que aumenta un 50% las posibilidades de que el chico nazca sano», explicó el Dr. Fernando Neuspiller (MN 87.815), ginecólogo, experto en medicina reproductiva.
El especialista sostuvo que, a medida que aumenta la edad de la mujer, se incrementa la proporción de óvulos genéticamente anormales, es decir, que hay cromosomas «de más o de menos» que los 23 que debería tener. «A los 40 años solo el 30% de los cromosomas son normales, el 70% son anormales. Entonces cuando se junta un ovulo genéticamente anormal con un espermatozoide normal el embrión será con un numero de cromosomas anormal», aseguró.
El tratamiento, que se realiza en gran parte de las clínicas argentinas desde 1999, cuesta unos 2000 dólares y la mayoría de las prepagas lo cubren en gran proporción. «Si disminuimos el tiempo hasta que la mujer quede embarazada es una herramienta barata y si reducimos el número de tratamientos también. Así, la pareja solo debería afrontar los gastos del diagnóstico genético», explicó.
Por último, aclaró que el PGS no implica un proceso de selección, como por ejemplo de sexo, sino que su objetivo es que la pareja «pueda concebir lo más rápido posible» y que, cuando se comprueba que el embrión es normal cromosómicamente, se puede transferir uno con muy buenas probabilidades de embarazo».
