En enero de 2008, Norma Bonazzola, ama de casa, asesinó de 12 puñaladas a la supuesta amante de su marido en Gualeguay, Entre Ríos. Por el crimen fue condenada a prisión perpetua y alojada en la Unidad Penal de Mujeres de Paraná, la Nº6 del Servicio Penitenciario de la provincia. Dos años después de la condena, la mujer fabricó con ropa interior y trapos un rudimentario muñeco de tamaño real, lo puso sobre su cama y lo tapó para simular que era ella la que estaba durmiendo. Algunas horas después aprovechó el descuido de dos guardias y escapó cortando con un alicate el enrejado que está por encima de uno de los paredones del penal.
Nueve años más tarde, en la misma cárcel, una celadora encontró un muñeco muy similar en la celda de Nahir Galarza, la joven de 20 años condenada a pasar los próximos 30 años encerrada por haber asesinado de dos tiros a su novio Fernando Pastorizzo en Gualeguaychú. Ahora se investiga si la joven intentó imitar esa huida y si contó con la ayuda de alguien para idear el supuesto plan.
Mientras tanto, la vida en el penal de mujeres sigue. Hay un cartel que es ilustrativo del espíritu.
«No importa la edad ni tampoco el lugar donde te encuentres. La vida siempre da otra oportunidad», dice.
La frase se lee a simple vista cuando uno ingresa a uno de los salones del Penal N°6 de Paraná escrita a mano con marcador negro sobre una hoja de cuaderno escolar. Está hace tiempo allí, probablemente haya sido una de las primeras cosas que vio Nahir cuando atravesó la puerta de esa cárcel. Desde que fue alojada en ese lugar, en septiembre del año pasado, y con el correr de los meses, su convivencia con el resto de las internas pasó de problemática a insoportable tanto para ella como para sus compañeras. Tal fue el revuelo que armó desde su llegada que tuvieron que dividir el pabellón que ocupaba en dos.
El silencio en los alrededores del penal sólo se ve interrumpido cada media hora cuando suena el timbre del recreo del jardín de infantes que queda justo frente a uno de los laterales de la cárcel y los nenes y nenas salen al patio. No se trata de una unidad de máxima seguridad ni mucho menos, los paredones son bajos y están complementados por alambrados simples en algunos casos y alambres de púa en otros.
La primera impresión de alguien que visita este penal por primera vez es que es más parecido a un colegio con rejas que a una cárcel. Hay un pequeño en el medio rodeado de salones cubiertos de barrotes que hacen las veces de pabellones. Para ingresar hace falta tocar la puerta y esperar a que una guardia coloque la llave y la abra. Lo primero que se observa es un escritorio en una pequeña recepción. A la derecha se encuentra la oficina de la directora. Un televisor de unas 50 pulgadas refleja los movimientos del lugar con unas 15 cámaras de seguridad distribuidas en distintos puntos. Esa oficina conecta, puerta mediante, con el patio donde las reclusas salen a tomar aire, caminar un poco.
Como Nahir es hija de un policía debió ser alojada en lo que se denomina internamente un «pabellón de seguridad». Se trata de un lugar aislado del resto de las detenidas donde solo ingresan ex policías, funcionarias municipales o familiares de agentes de alguna fuerza. Justamente para cuidar su integridad física no pueden cruzarse con el resto de la población del penal. Al principio la convivencia con sus seis compañeras era buena y respetuosa pero no pasó mucho tiempo hasta que la cordialidad se rompió en mil pedazos y empezaron los conflictos.
El más grave incluyó a Ludmila Natalí Soto, una ex policía que está condenada a 8 años de prisión por haber torturado a dos jóvenes en la localidad entrerriana de Rosario El Tala en 2012. Nahir denunció que la ex oficial había intentado abusar sexualmente de ella en varias oportunidades.
Contó que primero habían sido amigas pero que luego su compañera se «empezó a confundir» y la había intentado tocar en partes íntimas. Se inició una causa judicial en la que la acusada declaró y negó todo. El resto de las internas declararon en ese mismo sentido, aseguraron que «sólo la tocaba en la oreja y ella se dejaba».
Algunos días después, y como contraofensiva a la denuncia, Soto escribió una carta elevada a las autoridades del Servicio Penitenciario en la que anticipaba que Nahir supuestamente planeaba matar a otra interna llamada Griselda Bordeira, una ex funcionaria municipal con prisión preventiva acusada de narcotráfico en la causa que se le sigue al ex intendente de Paraná Sergio Varisco.
«Galarza mencionó la intención de atentar contra la humanidad de Bordeira. Que iba a ahorcarla con una toalla una de esas noches, y que tenía varias alternativas para terminar con su vida«, escribió Soto en la carta que fue adjuntada al expediente judicial que se inició.
La rivalidad con Bordeira comenzó por un conflicto aparentemente menor y fue en aumento: «Una tarde comenzaron a escucharse gritos e insultos en el pabellón de seguridad. Tuvieron que ir las guardiacárceles a separar. Aparentemente Nahir escuchaba música con auriculares cuando Griselda empezó a criticarla porque no ayudaba en la limpieza. Ahí comenzó la pelea que terminó en escándalo», cuentan fuentes del lugar.
Según contaron Bordeira y Soto en sus declaraciones ante la Justicia en el marco de la causa por abuso, a Nahir empezaron a tenerle miedo. Llegaron a decir que por las noches se paraba encima de los muebles y se quedaba observándolas fijamente. Hasta tuvieron que implementar turnos para dormir. Mientras una descansaba otra se quedaba vigilando los movimientos de Galarza.
La joven de 20 años se defendía diciendo que ella no hacía más que leer, escribir y estudiar y que era acosada permanentemente. Para argumentar su posición contó que, como la ducha en la que se baña no tiene techo, algunas de sus compañeras se subían a los muebles para espiarla y verla desnuda.
A raíz de estos conflictos y de una huelga de hambre del resto de las internas en la que pedían que se haga algo con la interna Galarza, las autoridades de la cárcel decidieron acondicionar un nuevo pabellón de seguridad y dividir a las presas conflictivas en dos grupos diferentes. Soto y Bordeira quedaron por un lado y Nahir por el otro.
Algunas semanas antes de la separación, según pudo saber Infobae en base a fuentes en la cárcel, durante la limpieza de pabellón que hacen las mismas presas a Nahir le encontraron una botella plástica en la que guardaba supuestamente restos de cigarrillos de marihuana. «¡Eso es mío, no lo toquen, no se metan con mis cosas!», les habría gritado a sus compañeras cuando estas comenzaron a acusarla.
«Encontramos eso cuando estábamos limpiando. La verdad que a nosotras nos complica mucho que aparezcan estas cosas porque nos expone. Puede traernos muchos problemas. Hicimos lo que teníamos que hacer que era avisar a las autoridades», cuenta a este medio una interna que prefiere el anonimato.
Por este episodio se inició una investigación interna para determinar cómo había conseguido la droga. Otra de las internas asegura, con una frase por demás contundente, que en el lugar la droga se consigue con facilidad, según su relato: «Acá es más sencillo conseguir falopa que un ibuprofeno».
Nahir, que el 14 de agosto recibió la noticia de que su sentencia a prisión perpetuaquedaba firme tras un fallo de la Cámara de Casación Penal de Concordia, estudia psicología. Para cursar su carrera el servicio penitenciario debe trasladarla casi todos los días. El trayecto no es muy extenso, ya que estudia en la universidad que queda dentro de la cárcel de varones que se ubica justo enfrente de donde está alojada. Es decir que solo tiene que cruzar la calle.
Para hacerlo es acompañada de cuatro guardias. En los últimos días, las responsables del traslado notaron la presencia de un auto sospechoso, estacionado a pocos metroscon alguien en el interior observando los movimientos. No pasó una vez sino varias. El que estaba adentro, de acuerdo a testimonios, era Matías Caudana, el joven de 20 años que conoció a Nahir cuando estaba detenido por narcotráfico y que muchos señalan como su actual novio.
Caudana tiene contacto frecuente con Nahir. Inclusive la va a visitar dos veces por semana. Son los mismos días en los que van sus padres pero no se encuentran. El muchacho va a la mañana y la familia a la tarde.
La calma parecía haber vuelto a la cárcel luego de la separación de pabellones pero era solo una sensación. En la noche del jueves 8 de agosto, en una inspección de rutina, una celadora encontró en la celda de Nahir una especie de muñeco confeccionado a base de trapos y ropa interior y «vestido» con un jean y un buzo con capuchapertenecientes a la condenada por matar a Fernando Pastorizzo. Rápidamente se dio aviso a las autoridades y se encendieron todas las alarmas. El recuerdo de la huida de Bonazzola volvió a la mente de todos.
Entre sus compañeras Nahir desmiente la versión de la posible fuga y busca minimizar el hecho. «Fue una travesura. Al muñeco lo hicimos para hacerle una broma a una chica. Se armó con un palo de escoba y una pala. Lo de la fuga es pura imaginación», se la escuchó decir.
Lo que las autoridades investigan es si el muñeco realmente fue parte de un chiste o si en realidad era la pieza fundamental de un plan de escape. Hay dos cosas que llamaron la atención. La primera es que lo descubrieron a pocas horas de las PASO. En esa cárcel, como en el resto, las internas votan y el movimiento es más intenso y diferente al habitual. El otro dato que no pasa desapercibido es que una de las tres compañeras de Nahir es una ex guardiacárceles que quedó detenida hace algunos años y podría conocer cómo se mueven las celadores de un penal.
«El muñeco era horrible. Era más para asustar que para otra cosa. Además si pensábamos fugarnos las tres hubiéramos hecho tres muñecos y no solo uno. Y lo hubiéramos armado con forma y pelo de mujer. Además el muñeco estaba a la vista, si queríamos fugarnos lo hubiésemos escondido», se justificó ante las autoridades la joven. Incluso, tanto ella como su compañera, fueron a reclamar que les devuelvan el muñeco pero en lugar de eso solo recibieron el palo de escoba y la pala.
Como contó Infobae, los padres de Nahir también intentan hacer pasar el posible plan de fuga como una locura generada por los medios aunque evitan dar declaraciones públicas. La que se los prohíbe es la propia Nahir. Cuando surgen este tipo de noticias es ella la que le dice a la familia qué decir, cuándo y dónde.
Si el muñeco efectivamente se trató del inicio de un escape todavía no está claro y se investigará puertas adentro del penal. Se buscarán indicios y seguramente se reforzará la vigilancia sobre ella. Por otra parte, esta no fue la primera vez que se la involucró a Nahir Galarza con la idea de una fuga. En la carta que Ludmila Soto escribió a las jefas de la cárcel plasmó una advertencia: «Cuando todavía éramos buenas compañeras, Nahir me dijo que ella no iba permanecer 35 años en esa cárcel y que ya lo tenía conversado con su padre».