Las fiestas clandestinas no sólo pueden traer problemas con la ley por la violación de las restricciones, sino que además puede dejar varios «dolores de cabeza» y no por la resaca de haber tomado alcohol toda la noche.
El ejemplo más concreto fue una mujer de la localidad cordobesa de Morteros, que realizó una importante reunión en su vivienda, pero recibió la ingrata sorpresa de que tras la finalización de la misma, le faltaron algunas cosas.
Como lo perdido era muy importante para ella, tuvo que admitir que había organizado en su domicilio una fiesta clandestina, pero no para reconocer una falta sino para intentar recuperar lo robado.
La mujer, llamada Fernanda Doro, denunció públicamente que durante el encuentro ilegal realizado hace dos semanas, le habían robado joyas de alto valor económico y sentimental, que había heredado de su madre.
“Fui a la habitación donde tengo mis efectos personales y en una caja donde contenía el collar y los anillos, estaba vacía, uno de las cosas que me robaron son recuerdos de mi mamá que ya no está con nosotros”, dijo la mujer.
«Sé que muchos de los que lo vayan a escuchar van a decir ‘bien hecho por juntarte’ porque yo sé cómo es la circunstancia que estamos viviendo. Por eso no quiero victimizarme, sé que si no me hubiese juntado esto no hubiese sucedido», dijo en diálogo con Cadena 3.
Según trascendió, le robaron un anillo de oro de mujer con piedras aguamarinas celestes, un anillo de oro con las iniciales (RD), un medallón de oro grabado con las iniciales (LBD) con cadena de oro y un anillo de oro y plata de mujer.
Sobre las circunstancias en que ocurrió el hecho, dijo que «éramos bastantes» en la fiesta clandestina «y uno no está atento al 100 por ciento de lo que sucede, porque no podes tener ojos en la nuca y frenando que todo el mundo haga lo que hace».