En un intento por evitar que la expansión monetaria que deriva de la compra de divisas para reforzar las reservas ponga en riesgo sus esfuerzos anti inflacionarios, el Banco Central (BCRA) decidió anoche eliminar por completo las restricciones que tenían los bancos para atesorar moneda extranjera.
De esta manera, desde hoy las entidades financieras estarán facultadas para adquirir billetes sin límites, según establece la circular «A 6237» aprobada ayer por el directorio del ente monetario y sólo conocida después de una jornada en que sus intervenciones sobre la plaza cambiaria surtieran un efecto casi nulo sobre la cotización del billete, no pudiendo evitar una nueva apreciación del peso que rondó el 0,2%, según el índice de cambio nominal multilateral que divulga a diario el organismo .
La novedad se conoció una semana después que el BCRA decidiera elevar del 25 al 30% el tope que regía para la «posición global neta de moneda extranjera» que el BCRA impone a los bancos. (Comunicación «A» 6233 de la semana anterior).
La nueva modificación regulatoria cambiaria deja a la vista que el BCRA no encuentra la forma de frenar el proceso de apreciación que sufre el peso, con los perjuicios que eso implica para una economía que, ya de por sí (por sus elevados costos fijos internos) enfrenta problemas de competitividad.
En los dos últimos días el BCRA hizo realidad su «amenaza» de comprar reservas en un intento por evitar que el tipo de cambio comercial perfore nuevamente el nivel de los $ 15,20, como a comienzos de abril, es decir, antes de que anunciara que tenía por objetivo comprar hasta US$ 25.000 millones más en reservas.
Adquirió con este fin US$ 100 millones en las dos últimas ruedas cambiarias en operaciones que curso, por su «orden y cuenta» a través de bancos oficiales. Pero mientras la primera intervención consiguió torcer el rumbo de la plaza, la segunda quedó virtualmente licuada porque, en paralelo, el BCRA debió resignarse a subir más la tasa que ofrece por colocar en el mercado títulos de deuda en pesos (Lebac) de manera de evitar que una mayor expansión monetaria frustre sus esfuerzos por volver a poner en caja a la inflación.
En este sentido la determinación adoptada ayer por la entidad parece consecuencia del escaso efecto que mostraron sus esfuerzos de intervención.
La norma votada anoche habilita a los bancos a salir a comprar todos los billetes que quieran u otros activos nominados en moneda extranjera, estableciendo por su propio criterio esa exposición. Pero los operadores descreen que, con tasas que superan el 25% anual en el mercado de préstamos interbancarios o para colocaciones de corto plazo en Letras del BCRA (Lebac) eso ayude a reanimar la demanda de dólares en este contexto.
El problema es que si el mercado, por causas internas o externas, llegara a cambiar de tendencia, el sacudón cambiario podría ser importante, con los traumas que al respecto acumula el país.
En este sentido el Financial Times británico advirtió hace unos días, al referirse al proceso de fortalecimiento artificial que enfrenta el peso por el ingreso de capitales para apostar a las tasas altas y el vinculado con las recurrentes emisiones de deuda para cubrir el elevado déficit fiscal, que los fondos especulativos ya tienen «casi 27 billones invertidos en instrumentos de deuda del BCRA de corto plazo» y recordó que esto deja a la «Argentina expuesta en el caso de que las circunstancias cambien en el país o el extranjero».
Según la normativa difundida anoche, la llamada «Posición General de Cambios», ahora liberada, comprende «la totalidad de sus activos externos líquidos»: billetes en moneda extranjera, disponibilidades en oro (monedas o barras), tenencias de depósitos a la vista en bancos del exterior, inversiones en títulos públicos externos (sólo los emitidos por países miembros de la OCDE y con buena calificación de crédito) y certificados de depósito a plazo fijo en entidades del exterior.
La historia argentina reciente muestra que los márgenes de dolarización de la banca se aflojan cuando precisamente los bancos no tienen interés en comprar divisas y luego, sólo se readecúan tardíamente, cuando el escenario se vuelve más adverso. La experiencia de enero de 2014 fue demostrativa al respecto. Sólo en ese mes los bancos locales ganaron $ 9737 millones por diferencias de cotización, sobre el total de $ 10.100 millones que embolsaron por sus negocios en general, gracias a la devaluación del peso de $ 6,85 a $ 8 dispuesta en apenas dos ruedas por el BCRA. Todo porque su posición cambiaria había quedado desregulada luego que Argentina reestructurara la deuda en 2005. Ese descuido consagró la especulación y los liberó de la obligación de generar ingresos por transformar ahorro en crédito, lo que hubiera sido mucho más provechoso para la actividad económica en general.