Se cumple un año sin la presencia del periodista Mauro Viale, un profesional que dejó grandes enseñanzas en todos sus años de carrera. El 11 de abril de 2021 murió por coronavirus tras permanecer internado en el Sanatorio Los Arcos.
El dolor de la terrible e inesperada noticia repercutió en todos los medios de comunicación y expuso que más allá de mostrarse como una persona dura frente a las cámaras, era un profesional de pies a cabeza.
La semana pasada Leonor Viale, esposa del periodista, dio a conocer el último pedido de Mauro antes de morir: “El último audio fue el domingo a las dos de la tarde cuando me pidió las gotas de los ojos y su medicación porque tenía una arritmia, que no era grave porque estaba controlada. Jony le llevó eso, ropa y unos regalos. Se lo dejó a las enfermeras porque no podía entrar. Y bueno, pasó lo que pasó”.
Dos días después de haberse vacunado con la primera dosis del coronavirus, Viale comenzó a presentar síntomas compatibles con el virus y es por ello es ingresado al sanatorio por un cuadro de neumonía. Al principio fue internado en terapia intensiva por control, pero luego pasó a una sala común. Allí y de manera repentina sufrió una descompensación cardíaca y falleció el 11 de abril a los 73 años.
Esta mañana se realizó una ceremonia íntima en el cementerio Israelita de La Tablada que como señala la religión debe hacerse cuando se cumple un año de la muerte de una persona como manera de cerrar un duelo. “No hay más que amor porque, evidentemente, hubo amor, admiración, entrega, enseñanza de este gran maestro. Le estoy haciendo un pequeño homenaje a un grande”, expresó Leonor.
En relación a Jonathan e Ivanna, Leonor señaló que sus hijos viven el duelo de una manera diferente y que todavía les cuesta asumir que su padre ya no está más. Aun así, manifiesta que el tiempo de cada uno es respetable y que lo asumirán cuando sea necesario.
Por último, sostuvo: “Él vivía para entregar su alma a la profesión, vivía para las cámaras. Era un hombre que profesionalmente creció como creció por toda esa devoción, ese amor devoto que él tenía por el trabajo”.
Escrito por Micaela Cendra