El escándalo que se destapó con las vacunas de privilegio amenaza con escalar tras el reconocimiento público del periodista Horacio Verbitsky de que había logrado inocularse contra el coronavirus por una gentileza del ministro de Salud, Ginés González García.
También habrían sido vacunados Hugo Moyano, su esposa, Liliana Zulet, y su hijo Jerónimo, que tiene 20 años y vive con ellos bajo el mismo techo. Así lo informó una fuente de la familia a LA NACION, a pesar de que el jefe camionero y Zulet no respondieron las llamadas ni los mensajes.
Hay quienes sugirieron desde el círculo íntimo del jefe camionero que fue Zulet, con su larga trayectoria como empresaria de servicios médicos, la que gestionó las inoculaciones. El director de una obra social sindical importante, por el contrario, aseguró al diario porteño La Nación que la única manera de conseguir las vacunas es a través del Estado, «con ayuda política».
Con 77 años, Moyano asumió desde el inicio de la pandemia que era grupo de riesgo. Sobrellevó buena parte de la cuarentena entre su departamento en Barracas y su despacho del tercer piso del Sindicato de los Camioneros, donde se hizo poner una lámina de blindex sobre el escritorio que sirve de barrera sanitaria. Zulet lo convenció de reforzar cuidados cuando un brote de contagios alcanzó a secretarios y miembros de la comisión directiva del gremio. Limitó durante meses sus encuentros y accedió a los que requerían sí o sí su presencia, como las charlas íntimas con el Presidente, en Olivos o en la Casa Rosada.
Los recaudos por el virus también se tomaron en el hogar: fue Zulet quien impuso el distanciamiento en las comidas familiares de fin de año y la que insistió a Jerónimo, su hijo de 20 años, a que se cuide en sus salidas con amigos, primos y hermanos.