Diez días desde la desaparición de Loan, el niño correntino de cuatro años que
conmociona a todo un país, y no hay una sola evidencia palpable que nos marque una
pista en una investigación huérfana de rumbo.
Columna de opinión : «¿Un caso aislado o una consecuencia de la corrupción?», Por Juan Gregorio Lemos
Columna de opinión Por Juan Gregorio Lemos
Sin temor a equivocarme me atrevo a decir que a todos nos toca esta realidad que
seguimos por los medios de comunicación “minuto a minuto”. A los que somos padres
nos cuesta imaginar tanto dolor en la familia pero, seguramente, todo aquel con algo de
humanidad en sus venas se conmueve con este sufrimiento.
Todo esto me lleva a pensar el gran abanico dañino que denota la corrupción, porque no
solamente es corrupto el que se apropia de bienes del Estado para lucrar con ello o quien
percibe una indemnización o un salario que no merece o tareas que no cumple.
Es también corrupto el que asume una función para la cual no está preparado para
desempeñarla y, lamentablemente, las consecuencias son nefastas.
Más de una semana rastrillando cinco hectáreas, teniendo a disposición todo el aparato
del Estado Nacional y del resto de las Provincias que componen este país a su servicio y
recién al día diez se realizan las pericias en los vehículos que estaban en el lugar del
hecho. Diez días y aún no se le tomó declaración a todos los involucrados; diez días y los
teléfonos celulares no han sido secuestrados en su totalidad; diez días y no he oído
informe de cámaras de peajes, estaciones de servicio o de migraciones… En suma: Diez
días sin haber realizado diligencias elementales y las consecuencias son las que nos
muestra la realidad.
Todos queremos que aparezca Loan y deseamos que regrese con vida. Eso no se lo
podemos exigir al fiscal ni a la Justicia, pero si podemos reclamar que quienes ocupan
los cargos en el Estado estén a la altura de las circunstancias, caso contrario, vamos a
padecer recurrentemente el dolor que causa la avaricia del poder.