30 pymes de Junín buscan sumar sus productos alimenticios en dos de las cadenas más grandes. Si bien los ampara la Ley de Góndolas, las condiciones de los supermercadistas no son fáciles de cumplir. ¿Qué rol les cabe a los consumidores?
El consumo de alimentos y bebidas locales, es decir, aquellos que se elaboran dentro del entorno geográfico, es un incentivo que hace posible que la economía de la zona se desarrolle. En paralelo conocer que se come, que se toma, de donde proviene, que ingredientes contiene y por qué se utilizan, nos convierte en consumidores responsables y sobre todo activos al momento de elegir nuestra dieta.
Ahora más que nunca, pandemia mediante, los consumidores somos una pieza clave para la economía local, que precisa de una reactivación necesariamente empujada por su propio entorno, es decir sus vecinos que compren y promocionen sus productos locales.
Las góndolas de los super todavía no cumplen con la Ley.
Consumir productos que elaboran nuestros propios vecinos nos conduce a mejorar la economía de las pymes, a conseguir mejores precios y a conocer la trazabilidad de cada alimentos que ingerimos.
En nuestro país rige la llamada Ley de Góndolas con tres objetivos centrales:
Que los precios de los productos sean claros y transparentes;
Que los consumidores puedan acceder a más productos regionales o artesanales de las micro, pequeñas y medianas empresas y a más productos de agricultura familiar, campesina e indígena, de la economía popular y de cooperativas y mutuales;
Que haya armonía y equilibrio entre los operadores económicos alcanzados por la Ley, para evitar prácticas comerciales que perjudiquen la competencia.
En Junín, el municipio y Defensa y Promoción de los derechos de los Consumidores y Usuarios están pujando para que los dos supermercados más grandes de la región, La Anónima y Chango Más, incorporen a unas 30 marcas locales en sus góndolas.
Todo amparado por la Ley que estipula que por cada categoría de productos en góndolas debería haber en venta al menos cinco proveedores y ninguno de ellos debería ocupar más del 30% del espacio.
Además, las micro y pequeñas empresas deben tener garantizado, en conjunto, un 25% del espacio mientras que los productos de cooperativas y mutuales de la economía popular y productores de la agricultura familiar, campesina e indígena un mínimo del 5%.
Los productos alimenticios locales que pujan por lograr un espacio en estas grandes góndolas de La Anónima y Chango Más son: helados, productos de copetín, pastas secas, infusiones, dulces y mermeladas, harinas, condimentos, gin, quesos, embutidos, tapas de empanadas y pascualinas, miel y cerveza artesanal.
“Consumir productos que elaboran nuestros propios vecinos nos conduce a mejorar las economía de las pymes”
Por cada producto en góndola debe haber 5 proveedores.
¿Qué más dice la Ley de Góndolas?
Además de que los productos de un proveedor o grupo empresario no pueden ocupar más del 30% de la góndola y que debe haber productos de 5 proveedores diferentes, como mínimo, los de menor precio deben estar en el sector medio y en la primera página del sitio web donde se promocionen.
También en la isla de exhibición y en los exhibidores que están pegados a la caja donde se cobra, el 50% del espacio debe estar ocupado por productos de micro y pequeñas empresas nacionales, de cooperativas y de mutuales.
Hoy si la Ley se aplicara los productos juninenses ya deberían estar al alcance de la compra de los propios vecinos de quienes los elaboran. Sin embargo la vara de requisitos por parte de los supermercadistas para que ingresen a sus góndolas es históricamente alta, muchas veces imposible de cumplimentar para una pyme en etapa de crecimiento.
Pues todo conduce a una encerrona en las negociaciones, donde la obligatoriedad de cumplir con un gran stock para la venta y recomposición de los productos y las condiciones financieras de pago que imponen las grandes empresas hacia estas pymes alimenticias, hacen que el negocio finalmente sea inviable para el productor que en general no tiene la espalda suficiente para bancar esa situación.
La puja de poder, donde las grandes cadenas de supermercados pisan fuerte frente a los pequeños productores, es el gran desafío por barrer. Y precisa de la actuación del Estado, de los organismos de control y de las instituciones de defensa del consumidor, pero fundamentalmente necesita de una presencia activa de un nuevo consumidor que sea responsable y que también reclame por sus derechos y por la reactivación de la economía local.
Sin un consumidor activo e informado nada esto será posible.
5 buenas razones para consumir productos de nuestros vecinos
El consumo de productos y servicios locales es beneficioso para la economía local, además genera empleo.
El consumo local reduce las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera porque se reducen las distancias en los traslados de los productos o servicios.
Precios más justos por reducción de los costos de transporte y ausencia de intermediarios.
La trazabilidad del producto está mucho más focalizada, sabemos de dónde vienen y cómo los han preparado.
Apoyar a los pequeños productores locales sirve para impedir el avance desmedido de grandes monopolios.
(Fuente: Pampahumedahoy.com, artículo del periodista Benito Insúa)