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Juan y Tomasa vivieron esta madrugada, un verdadero calvario

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Tienen 82 y 78 años. Viven en una casa sobre calle Comandante Ruiz, que no se destaca por una arquitectura opulenta. Podría decirse que es una de las clásicas propiedades cuyas características edilicias son comunes al porcentaje más alto de las de los juninenses. Uno imagina a las clásicas parejas de adultos mayores que no reciben muchas visitas más allá de las familiares.

El feriado sumaba otra característica. Poco tránsito, nada de bullicio y vecinos descansando.
Pero el despertar les llegaría de la mano de dos seres violentos que pasadas las 4 de la madrugada entraron en el hogar, los sorprendieron en la cama y comenzó el calvario.

Difícil sería decir si los desconocidos se ensañaron primero con ella –la arrojaron al suelo como a un trapo de piso-, o con Juan, al que le quedaron, indelebles, las huellas del mal trato. Le golpearon el rostro, la cabeza, le introdujeron un arma de fuego en la boca…querían dinero….querían objetos de valor….todo era poco.

Vaya a saber durante cuánto tiempo el hogar del matrimonio fue escenario del límite que traspusieron los delincuentes, pero si dudas, para Juan y Tomaza fue eterno. De pronto silencio….se habían ido….sólo habrá quedado el temor de verlos ingresar nuevamente, queriendo más –ya se habían apoderado de dinero, algunas alhaja cuyo valor será más sentimental que económico, un manojo de llaves de la vivienda y un teléfono celular.

Algo distante el ruido del motor de una moto. Al silencio se habrán sumado quejidos de dolor seguidos de los puños de Juan golpeando la pared rogando para que la vecina escuche. Gracias a Dios así fue. En minutos, móviles policiales, ambulancia del servicio de emergencias médicas, aviso a la familia del matrimonio y el traslado al hospital.

La asistencia médica podrá actuar como bálsamo para sanar las heridas físicas que serán las que desaparecerán más rápido. Ya habrá tiempo para que el amor de la familia acompañe y así intenten superar el horror de haberse visto presas de dos jóvenes…demasiado jóvenes…. que estaban dispuestos a todo para lograr su cometido, apoderarse de los bienes ajenos.

El resto de la violenta historia con la que amaneció Junín en un día de carnaval, terminaría con una fuga, persecución, enfrentamiento armado y muerte.

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