Hace muchos años durante el desmontaje de una obra de teatro del grupo rosarino El Rayo Misterioso, se cuestionó la violencia de la obra que habían presentado
La defensa del exceso
Su director respondió que ellos no ejercían ninguna violencia sobre los espectadores. Que en cualquier caso si habìa violencia la ejercìan sobre ellos mismos, refiriéndose al grupo de actores que llevaba adelante la obra. La respuesta era cierta. Tan cierta como elemental. Los espectadores solo éramos eso: espectadores, y como tales observábamos los hechos que sucedían en la escena sin intervenir, siendo testigos mudos y quietos frente a lo que allí ocurría.
En Par1000 se presenta la obra del dramaturgo Rodrigo Garcìa, Agamenòn (Volvì del supermercado y le dì una paliza a mi hijo). Es una obra tremenda, crítica por donde se la analice. Ya desde su nombre, la obra no esconde nada, no hay intento alguno de seducir ni de atraer con engaño. Sin embargo, una parte importante del público asiste a las funciones de Agamenòn convencido de que encontrará una comedia. Nada más alejado de la realidad. “Esto es trágico” dice el protagonista señalando una caja de alitas de pollo fritas. Un protagonista que propone la confrontación permanente, con un alto grado de descaro e insolencia y con el cual es imposible empatizar, y a la vez, se hace también imposible no coincidir con él. Ningún espejo mejor que las frivolidades cotidianas y monstruosas para devolverle a la sociedad de consumo, moralista e hipócrita su rostro más cínico y brutal. La puesta en escena, de esta versión de Agamenòn, dirigida por Casas y actuada por Jàuregui es una maquinaria simple y desmesurada que se activa para que la aproximaciòn a lo real suceda por medio de la violencia espontánea, de la imaginaciòn desenfrenada, de la destrucciòn, del desprecio, de la poesía de lo cotidiano.
Agamenòn (Volvì del supermercado y le di una paliza a mi hijo) propone un tipo de comunicaciòn escènica directa, explícita y toma distancia de las pràcticas comerciales y del panorama conservador para lograr que ocurra un acontecimiento teatral extraordinario capaz de enfrentar el aparato cultural provisto de una destreza asombrosa para asimilar, envolver y convertir en producto de consumo la obra más radicalmente anti mercado. Imperdible.
18 de mayo, 21 hs. Sala Par 1000 (Pra Junta 791- Junín).