A un vecino del Lihué, le han robado casi tantas veces como años transcurridos desde que compró el lote pensando en construir su casa. Doce años atrás, la primera inversión. Y tras adquirir el terreno, con el entusiasmo del primer paso dado, alambrado olímpico. La alegría duró poco. 24 horas después se lo habían robado. Pasó el tiempo hasta que dos años atrás, Andrés Ciliberti, esfuerzo mediante, comenzó proyectando y construyendo, pensando que tal vez, algo podía haber cambiado y quedaría como una anécdota la historia del alambrado.
Error. En dos años fue víctima de robos tras robos. No menos de diez. Material, herramientas de los albañiles. Y la última, hace poco más de 24 horas, aberturas, puertas placa. Esas que había adquirido tomando un crédito que está pagando en la actualidad y seguirá así por largo tiempo. Sólo que ya no las tiene, ni tampoco el dinero para encarar una nueva inversión. Siempre que fue víctima de las sustracciones, radicó todas y cada una de las denuncias. Jamás una respuesta. Nunca logró recuperar nada.
Y ahora, medida extrema. De noche, decidió ir a dormir a la obra para cuidar que no le sigan llevando las cosas que con tanto sacrificio consigue. Los reclamos existieron, inclusive a autoridades en distintos momentos. Promesas, muchas, todas incumplidas.
