“Estamos como en una zona de guerra, con olores horrorosos porque está todo en descomposición”.
Valencia: Graciela Vitanzi y un relato en primera persona
Graciela Vitanzi es juninense y desde hace seis años está radicada en la provincia de Valencia, puntualmente en Alcásser, una pequeña localidad de poco más de 10.000 habitantes, tristemente conocida por aquel triple crimen de Miriam, Toñi y Desirée, las tres adolescentes de 14 años secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas.
Hoy, Alcásser es una de las tantas ciudades afectadas por la catástrofe provocada por la Dana y Graciela, relata en primera persona cómo viven desde el 29 de octubre pasado.
“Estamos en Alcásser, un pueblito que está a 13 km. de Valencia” unido también con “los pueblos intermedios, por medio de puentes. Así nos comunicamos”, explica como para que comprendamos el alcance y la geografía del lugar.
“El martes 29 , a eso de las 13:30 o 14, comenzaron a enviarnos mensajes para que sacáramos a los chicos del colegio y que antes de las 15 tenían que estar todos en sus casas ya que se anunciaban tormentas y lluvia intensa”.
“Mi hijo – agrega Graciela – va a un Instituto de aquí pero mi hija que está en un grado superior va a otro que está prácticamente en la zona cero, en Cartarroja, y ya había salido. Es más, estaba llegando cuando avisaron asique dos paradas antes se bajó del bus junto a una compañera y esperó al que venía de Valencia hacia el pueblo en el que estamos nosotros. Cuando llegó ya había empezado el viento muy fuerte. Estábamos con tornados sobre la zona”, recuerda.
Con el correr de las horas, “en nuestro ayuntamiento avisaban que debíamos mantener elevados los toldos y las persianas. Eran cerca de las 19. Para cuando llegó a las 20:11 por parte de Defensa Civil, el alerta en nuestros móviles, las riadas se habían comenzado a desbordar. Agua y lodo entraban en las ciudades. Ya había gente con el agua al cuello con un metro de agua y barro dentro de sus casas”.
En Alcásser, si bien había desbordes, no era tan grave la situación que por otro lado, debido a los cortes de luz, no “sabíamos muy bien lo que estaba pasando y menos la gravedad”.
Con cortes de luz, sin internet, con disminución en la presión del agua y lluvia intensa, Graciela y su familia recién se iban a dar cuenta de la catástrofe, a la mañana siguiente.
Pequeños grandes héroes que quedaron sin colegio y ayudan a su barrio a quitar el lodo de la calle
Al “levantarnos a la mañana, cuando me iba a trabajar y comenzamos a recibir lo que estaba pasando, las fotos son elocuentes. Y pese a ello, ni bomberos ni policías llegaban como para que pudieran acercarse a las familias que habían perdido todo. Ya había muertos porque todo ocurrió en minutos en lo que hace al desborde de los ríos.
Durante las primeras horas, “es cuando los chicos jóvenes comenzaron a venir caminando desde Valencia hacia los pueblos, con palas, baldes y escobas, a ayudar a la gente. Pero no los dejaban entrasr porque todavía había 1,5 metros o 2 de agua”.
Recién lo lograron al día siguiente y todavía ni bomberos ni policías tenían la orden de entrar. Fueron cerca de 100.000 jóvenes de entre 17 y 30 años los que ayudaron a sacar cosas de las casas”.
Aún “hoy estamos aislados por completo y desde pueblos afectados, la poca gente que puede salir, se viene caminando a Alcásser a buscar mercadería a nuestros supermercados” que por otra parte, “hay faltantes sobre todo de productos frescos. En las góndolas de los supermercados no hay verduras, ni frutas, ni carne, ni agua”.
“A mi familia en Junín le pude avisar que estábamos bien” como para que se quedaran tranquilos” y consciente que puede haber argentinos que aún no han logrado tomar contacto con familiares en Valencia, Graciela pone a disposición su número de teléfono para servir de nexo entre los dos continentes. Es el 34 662 48 95 51.
“Nos está afectando a todos” explica “tanto por nuestros amigos que están en la zona más afectada como por los desaparecidos, amigos de nuestros amigos. Hoy vemos que hay lugares que no sabemos si se van a poder recuperar”.
En lo que respecta a los servicios, a diez días del desastre, “está volviendo el agua pero no se puede ni siquiera cocinar con ella porque está contaminada. Los caños se han roto y están filtrando”.
Pero lo peor es que “debajo del barro sigue habiendo personas muertas, animales. En Valencia las playas desaparecieron debajo de ramas, autos, enseres, sillas, mesas, sillones” y se suma que “no tenemos colectivos y no hay trenes”.
Graciela explica además que “nunca se había dado en la historia de España algo así. Ahora estamos como en una zona de guerra, con olores horrorosos porque está todo en descomposición. Hasta el miércoles se habían hecho 157 autopsias y sólo 17 habían sido reconocidos, Se habla de 2.500 desaparecidos».
Hoy, a 10 días de la catástrofe, se repite un reproche. “Algunos lo sabían y no lo dijeron de ante mano. Las alertas saltaron después de una hora que la gente estaba con el agua al cuello” finaliza Graciela.