«Y en la escuela se ve de todo» una frase que parece trillada y que mucha veces escuchamos en nuestras carreras como docentes… «la escuela es esa caja de resonancia dónde todo se amplifica».
Cuando yo estudiaba el profesorado y escuchaba esta frase me parecia tan absurda, tan irreal , tan lejana y hoy la siento que se me hace carne.
Estamos en una sociedad violenta donde la palabra no es el medio, donde prima el grito, el golpe, como máxima expresión de la impotencia, ese golpe que muchas veces se traduce en querer transgredir más allá de todo lo pensado.
Estamos hablando de una sociedad dónde nuestros niños van armados a las escuelas he visto cuchillos, armas de fuego y armas caseras. Dónde los padres no van a hablar con el directivo, con escuela o con inspector y sin embargo toman acciones violentas, amenazan, golpean agreden. No solo a la escuela y a los docentes sino también a otros padres y hasta a los niños.
Las acciones se potenciaron por la pandemia, que fue un momento que vino a enseñarnos algo en algunos casos afloró lo mejor de la sociedad y otros mostró la verdadera y cruel realidad con la que nos encontramos día a día.
Quienes somos docentes vemos niños 4.0 que ya no posee rutinas de: «familia» niños hiper sexualizados, niños hiper violentos, niños que han sido expuestos a lo peor que el ser humano produce.
Ante esto me interpelo: ¿y ahora que hacemos?… ahora es el momento de abrazar más fuerte, de escuchar más atentos, de contener con amor, de guiar con una paciencia de ELEFANTE y de decir acá estoy, vení que juntos vamos a encontrar de nuevo el rumbo.
Si volviera a nacer erigiría una y mil veces ser docente. NOOOO, no señores no es fácil, hay que poner el cuerpo, la mente y el alma todos los días pero es mi modo de aportar a un cambio real que genere un mundo un poquito mejor.
Este texto es producto de la imaginación de una docente que todos los días elige seguir en la escuela poniendo su gota en este inmenso mar.
NATALIA MARIEL EUSEBI
Básicamente Docente