El piloto de pruebas Ireneo Morris aterrizó un día en un Buenos Aires ligeramente diferente del que despegara minutos antes probando un avión militar. No voy a contar el fantástico cuento de Adolfo Bioy Casares en que esto ocurre, se llama “La Trama Celeste” y no sé cómo aún no se ha hecho la película. Si aún no lo leyeron, háganlo, me lo van a agradecer.
Habla de universos paralelos entre los que Morris se desplaza accidentalmente. El que lo recibe al aterrizar tiene la particularidad de que no existe el país de Gales. Y, en consecuencia, no existe nada de lo que Gales ha legado a nuestro mundo. Algunos tipos de letra, cierta arquitectura, unas leyendas, nombres de calles que no existen en esa otra ciudad paralela. Y lo más curioso, no existen los Morris.
Dos Buenos Aires tan parecidas conviven en La Trama Celeste, solo que en una no existe un país ni su legado, lo que deriva en la improbable existencia de nuestro protagonista.
Recordé el cuento de Bioy ahora, que la violencia política ha alcanzado nuevos e inadmisibles niveles. Estos días en que tanto buen argentino nos cuenta ese, su sueño húmedo, que consiste en habitar una Argentina donde no haya existido el peronismo.
Las analogías son obvias, ustedes ya las habrán deducido. Me declaro incompetente para hacer la lista exhaustiva de las cosas que no existirían en ese país soñado por el odio. Se los dejo a ustedes.
Pero hay algunas de las que no me puedo olvidar. Esas chacras, por ejemplo, que nacieron de la expropiación que Perón le infringió a algunos estancieros… no existirían.
Y esas hipotecas que estaban en poder de los bancos hasta el gobierno de Kirchner, seguirían ahí como una espada de Damocles que incluso ya habría atravesado a muchos productores.
Y ese título universitario, que te permite vivir tanto más holgadamente que tus viejos, tal vez no existiría. Porque la reforma del 18 dijo que vos, ex pobre, tenías el derecho de estudiar. Pero la gratuidad para que ese derecho se convierta en realidad, la implementó Perón.
Y como esas, tantas.
Despertá, Morris. No sea que ese mundo sin peronismo, ese país soñado, finalmente no te contenga. Tal vez ahí no tengas cabida. Sin nosotros, les faltaría un pedazo, compatriotas