Secretaria de Gobierno
Inicio esta nota resaltando lo positivo: cientos de argentinos pusieron los dedos en el teclado o su voz en radios, tv y audios para preocuparse por el crimen – absolutamente evitable- del joven Fernando Báez Sosa, en Villa Gesell. Leí notas en los portales, en los diarios impresos, escuché notas de radio, miré twits, etc.
La expresión oral y escrita está ok. Pero hay que ir a la acción. Hechos.
Veamos cómo está Junín hoy en materia de nocturnidad.
La nocturnidad abarca cuestiones sumamente sensibles: en primer lugar, chicos adolescentes, con genuinas ganas de divertirse, pero también con un montón de “casilleros” en sus vida que quieren y necesitan llenar.
Nuestro rol, como Gobierno, es invitarlos al deporte, la cultura, la tecnología, el Medio Ambiente y un sinfín de alternativas más, para que sean esos temas los que ocupen su tiempo, junto a la diversión.
De la vereda de enfrente está aquello que, también llena -mal- e intoxica ese casillero vacío (si nosotros no nos ocupamos): el alcohol en exceso, el descuido del propio cuerpo, las redes sociales sin límites, la exposición, la ausencia de privacidad, y así llegamos a desastres de los que después, no hay retorno.
Cuando inició esta gestión, no sólo nos encontramos con ese panorama, ya de por sí complejo de manejar, sino que había un adicional: las fiestas privadas en quintas y la previas de los boliches.
A pocos días de iniciar su función, el intendente, Pablo Petrecca, elevó un proyecto de ordenanza que finalmente salió aprobado por el HCD, mediante el cual se buscó regular (no prohibir) esas fiestas. Fue una decisión políticamente muy complicada -la mayoría de los chicos claramente se sintieron enojados- pero era hora de que alguien tomara el toro por las astas.
Imaginese ud. que los chicos estaban librados al azar, en quintas con piletas, con cables por todos lados, sin presencia de adultos responsables y, mucho menos, de seguridad policial, ni seguridad vial para la desconcentración, y ni que hablar de funcionarios de la Secretaría de Seguridad Municipal (como hoy sí ocurre).
Desactivada esa situación, pasamos a las “previas”.
Los chicos ingresaban al boliche a las 4:30 (porque venían de las “previas). Fue una decisión de este Gobierno que cumplieran el horario de ingreso de las 2 am, como así también que la musica se cortara a las 4:30 y no a las 5:30/6 am como venía ocurriendo. Otra vez, la decisión del Intendente en contramano del «interés» de los chicos; y otra vez sostuvimos esa decisión.
A todo ello, agregar la presencia en persona, en forma permanente de los funcionarios e inspectores de la Secretaría de Seguridad de este municipio, con apoyo de la policía provincial.
Esta última circunstancia no es menor, pues propende a persuadir a quien busca el descontrol.
Y los resultados están a la vista.
Y así seguiremos. Tal es así que ayer comunicamos que haremos controles de alcoholemia al personal de seguridad (mal llamados “patovicas”) para asegurarnos que cuiden al máximo a nuestros chicos.
Este gobierno hizo lo que creyó que era lo más adecuado para equilibrar las prevenciones y controles legales frente a la demanda de los jóvenes. Todo tiene un porqué. Y esto sucedió porque acá hubo manos en acción.
Y el costo político no importó.
Sin embargo, aún nos queda muchísimo por hacer.
Ahora bien, esta es solo una pata de las muchas que forman parte de este tremendo problema que vivimos.
Por eso, dejemos de justificarnos, diciendo “tal o cual no es responsable” o“no es culpable de”. Parafraseando al Lic. Arturo Claria, es hora de dejar de generar bandos. Somos todos los que tenemos que estar a favor de los chicos.
Esa ausencia de valores, de empatía, de respeto de la vida del otro/a, del cumplimiento de la ley es un trabajo que se inicia en el seno del hogar, y en forma inmediata debe replicarse en todos los aspectos de la vida social de una persona, lo que incluye colegios, clubes, deportes, boliches, y más. Porque los límites que no encontraron dentro de su casa, los hallarán fuera. Esos límites serán la ley, la justicia, la cárcel, cundo ya es demasiado tarde.
Dejemos de mirar al compañero de banco para echar culpas, no deleguemos, seamos protagonistas y hagámonos cargo.