Por Oscar Farías
Acabo de enterarme del fallecimiento de la querida Azucena Caivano de Prieto, Coca, como todos la conocíamos en Junín a partir de su lucha con la desaparición de Walther, su único hijo varón, militante de la Juventud Peronista y de la organización Montoneros.
Coca fue la compañera de un gran hombre y mejor ser humano, Manuel Prieto. Los dos hoy nuevamente se están reuniendo para no abandonar la lucha hacia la victoria, para nosotros es un día absolutamente de duelo pero también a la vez de reivindicación de todas las luchas populares que abrazaron las Madres, fundamentalmente a partir de la lucha de sus hijos por una mejor sociedad, por una mejor humanidad.
Cuando asumimos a la Dirección en el Departamento en el área de Derechos Humanos y Asuntos Indígenas de la Municipalidad de Junín, inexistente hasta ese momento y creada en el marco de la concertación plural que imaginó Néstor Kirchner y que en su momento abrazó Mario Meoni, a las primeras personas que fuimos a visitar para iniciar nuestra gestión fueron a Coca y Manolo Prieto.
De allí en más jamás nos separamos, y jamás nos abandonaron en la gestión que teníamos la responsabilidad de llevar adelante. Una política de Estado que incluyó en la agenda pública la temática de los Derechos Humanos. Recuerdo a Coca marchando en medio de su dolor, en el medio del fragor de la esperanza.
En principio en soledad, junto a las otras madres y padres de Plaza de Mayo. Junto a sus hijas y algunos familiares de otros compañeros desaparecidos, además de un reducido pero valiente puñado de militantes que se animaban a marchar, bajo la mirada inquisidora de los represores de la dictadura y de la conservadora sociedad de Junín. Allí estaba Coca, con su puño en alto.
Con el advenimiento de la democracia se sumaron algunas fuerzas políticas, sobre todo la izquierda, que acompañaron aquellas madres en su dolor y en sus marchas. Luego a partir del 2003, con las políticas de Estado del gobierno nacional y provincial de aquel entonces, se facilitaron las cosas y en lo local con la creación de la Dirección de DDHH.
Recuerdo la primera reunión que organizó Coca con todas las Madres y sus familiares. Luego las reuniones con los sobrevivientes de la dictadura, ex presos políticos que se fueron realizando durante la gestión. Coca acompañándonos en aquel 2007 en la presentación de la denuncia penal en el Juzgado Federal de calle Cabrera .
Posteriormente en la presentación de la causa en la UNNOBA con Sara Cobacho, Subsecretaria Derechos Humanos junto a las otras Madres. Cuando la visita de Estela de Carlotto a Junín. Además Coca nos llamó para un almuerzo en su casa y allí Estela se interiorizó del accionar de Coca frente a los juicios que se venían.
Recuerdo el compromiso de Coca con aquella iniciativa latinoamericana para la identificación de restos a cargo del equipo argentino de antropología forense. Un programa que lanzamos en el Salón Azul del Consejo Deliberante.
El Movimiento por la Defensa de los Derechos Humanos que llevó adelante la causa del juicio contra los represores de Junín
Se puso en funcionamiento el programa Baldosas por la Memoria, Coca participó de las primeras confecciones donde se recordaba la memoria de la víctimas del terrorismo de Estado y la posterior señalización del centro clandestino de detención en la Unidad Regional de Junín sobre calle Quintana. Todos y cada uno de las de las acciones que nos tocó hacer en la función pública como Directores de Derechos Humanos siempre Coca nos acompañó.
Vivirá en mi memoria como un gran recuerdo y fundamentalmente un gran agradecimiento, no solamente por el acompañamiento, sino por la enseñanza de vida, por las fuerzas que ella inspiraba con su carácter muy fuerte aprendido en la resistencia a una dictadura que le arrebató a su hijo y a parte de su familia.
Coca junto a la fotografía de Walter
Coca vivirá siempre en nuestros corazones y aspiramos que su ejemplo cunda en las nuevas generaciones para que el NUNCA MÁS se haga efectivo en el reflejo de su lucha.