Por Gustavo Traverso, Senador Provincial del Frente de todos.
Alejandro Finocchiaro, Ministro de educación del gobierno de Mauricio Macri, que tiene entre sus tristes logros haber sido parte de una gestión que desplomó el presupuesto educativo del 7,8% del PBI en el 2016 al 4,7% en 2019, ha publicado recientemente en diversos medios de comunicación una nota alertando sobre un supuesto ataque del gobierno nacional a los chacareros.
Este dirigente de Cambiemos empieza su argumentación dando cuenta de la grave situación generada por el covid-19 planteando que además de cuidar la vida “también queremos preservar nuestra República, nuestra democracia, nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestros trabajos, queremos preservarnos como país”.
Evidentemente el primer objetivo del ex ministro es ocultar y negar lo evidente: una parte central de la gravedad de la situación actual es fruto de los críticos resultados del gobierno del que fue parte; administración que degradó las instituciones y la democracia a través del manejo espurio de sectores de la justicia y del espionaje ilegal y que dejó un inocultable saldo de aumento de la pobreza y el desempleo junto al desplome de las economía regionales a pesar de haber endeudado al país a niveles inéditos.
Insólitamente el ex funcionario de un gobierno que hundió cualquier posibilidad de actividad productiva, entronizando como único rubro económico viable la especulación financiera, centra su nota de “los privilegios de la gente de trabajo”. Si no fuera dramático sería cómico.
El discurso ideologizado y beligerante del ex ministro, parece desconocer las verdaderas necesidades del sujeto al que pretende interpelar: poco tienen que ver con los intereses y la idiosincrasia de los chacareros y de los productores reales de nuestro campo el modelo de re-primarización, la concentración de la actividad agropecuaria en pocas manos pertenecientes al mundo financiero, la gran influencia de las multinacionales en el manejo desde la semilla y los agroquímicos hasta los puertos y el acceso de los mercados internacionales, la muerte de cientos de localidades, el aumento de la pobreza y el desplazamiento de nuestras comunidades rurales hacia los cordones de las localidades intermedias, la pérdida de los saberes y las dificultades de arraigo de las nuevas generaciones.
Seguramente el autor de la nota desconozca que el escenario de nacimiento de las instituciones que representan a esos productores y chacareros con los que pretende empatizar fue la lucha contra los abusos de ese modelo excluyente, desde hace tiempo inviable en la Argentina, que tan bien expresó el gobierno anterior.
El modelo agroexportador del macrismo es la versión maquillada de aquel viejo modelo que la División Internacional del Trabajo le asignó a nuestro país en el siglo XIX. No decimos nada nuevo si reafirmamos la incapacidad de esa propuesta para integrar virtuosamente nuestro territorio, nuestra producción y nuestra población.
Desde el principio mismo de nuestra historia patria, figuras como Manuel Belgrano ponían de manifiesto la necesidad de agregar valor en origen fomentando el acceso a la tierra y evitando su concentración. Luego,ya en la etapa de la consolidación del Estado nacional, figuras mismas de la Generación del 80´como el controvertido Domingo Sarmiento impulsaron una política de colonización y de democratización productiva. Entrada la década de 1930 se busca dar impulso a la colonización con la creación por ley nº 4.418 de 1936, del Instituto Autárquico de la Colonización. La parte más dinámica y virtuosa de estas políticas pensadas desde distintos sectores políticos fue rechazada e interrumpida por los mismos intereses concentrados que hoy, en la figura de una empresa de primera línea, estafaron a miles de pequeños y medianos productores y acopiadores a la vez que defraudaron al estado evadiendo y fugando.
Finocchiaro, miembro del gobierno cómplice del cuestionado otorgamiento de créditos estatales y además beneficiario de los aportes de campaña de ese grupo empresario, parece tener un segundo objetivo; hacer pasar la defensa de los trabajadores y acreedores por parte del estado como un ataque a la propiedad privada. Entendemos su preocupación de mezclar la hacienda… es evidente que tienen mucho para explicarle a la gente de campo.
Lejos de esos intentos de deslindar responsabilidades agitando el miedo y la confrontación, nuestra responsabilidad como dirigentes es proponerle al pueblo argentino un modelo superador, que revierta la primarización y establezca las bases para un desarrollo sustentable del sector con base en el crecimiento de la industrialización de las materias primas en origen, y que sea capaz de Industrializar la ruralidad, federalizar la industria, crear arraigo y desarrollo a lo largo de todo el país.