Escribe: Cdora. Malena Baro
Anuncios y más anuncios que no hacen más que intentar maquillar el fracaso con efectos cortoplacistas y sin medir consecuencias. Decisiones de alto impacto económico, con mirada política.
Bonos para jubilados, bono para reforzar los ingresos de los beneficiarios del Plan Potenciar Trabajo y la Tarjeta Alimentar; bono para empleados públicos.
Ampliación en la devolución del IVA en las compras de jubilados, créditos a tasa subsidiada, suspensión de los aumentos pendientes en las tarifas de energía eléctrica y gas, nueva edición del dólar soja que lleva al tipo de cambio a cerca de $ 450, para los exportadores.
Pero todos los premios se los lleva la reciente medida de eximir del impuesto a las Ganancias al 99% de los asalariados. Sólo 88.000 pagarán el impuesto, sobre un total de 10 millones de trabajadores registrados, a través de una suba exponencial del piso a partir del cual se paga el impuesto (de $ 700.875 a $ 1.770.000). Pan para hoy, hambre para mañana.
En definitiva, con esta fiesta se estarían resignando, $ 1 billón en la recaudación (0,3% del PBI), en lo que al impuesto a las ganancias se refiere, y, en conjunto, un costo de 1,7 billones de pesos (cerca de 0,9% del PBI).
No caben dudas de que la gran mayoría de los beneficiarios reciben con agrado estas medidas, pero ¿Cuánto va a durar la torta? ¿Alguien la va a llegar a probar? Posiblemente poco, con una inflación proyectada en un piso del 150% anual, déficit fiscal del 4% del PBI, emisión al 11% PBI, además de la menor recaudación a partir de esta medida, posiblemente sea insostenible. Excepto que le carguen ese costo fiscal a los contribuyentes que deban seguir tributando, y/o el ajuste a otros impuestos, tal es el caso del impuesto País a la compra de dólares.
Por si algo faltaba, las formas en la que se decidió la medida colmaron el vaso. Disposición unilateral, a 3 meses de la asunción del nuevo presidente (a cuenta del futuro gobierno), de manera inconsulta a los gobernadores, porque en este último caso, más de la mitad de la recaudación del Impuesto a las Ganancias se coparticipa, es de las provincias y de los municipios. Parecería ser que se están tomando medidas con plata ajena.
República, instituciones, poderes del estado, al tacho.
No quedan dudas de que tendremos que ser pacientes para llegar a ver, en algún momento, quizás, más y mejores escuelas, hospitales, rutas, creciente empleo formal, menos pobreza (hoy el 60% de los niños son pobres), más fomento a las diferentes áreas productivas que generen más oportunidades. La problemática estructural de nuestro país puede esperar según nuestros gobernantes.
Y si de reformas estructurales se trata, sabemos que es necesaria una reforma impositiva, pero sin sesgo político, con mayores dosis de amplitud y profundidad; no se puede agotar en una decisión aislada, irresponsable y desigual, destinada solo a conseguir rédito electoral.
Claramente este no es el camino.