Tanto Caputo como Bullrich terminaron cerrando acuerdos de espaldas a Macri. LLA mostró un saludable gesto de independencia, pero puede ser un mal augurio para un gobierno que quiere hacer la reforma más importante y drástica desde el menemismo.
Milei, entre la dilación y la firmeza
Las frenéticas semanas desde que ganó la presidencia Javier Milei parecen arribar a un punto de partida muy distinto del que lo llevó a ser el ganador en el balotaje. Ni Milei ni su gobierno serán iguales a lo que creíamos el 19 de noviembre. En efecto, si nos ciñéramos estrictamente a los nombres que vamos conociendo del Gabinete, podríamos colegir que el revival macrista-menemista es casi perfecto. Cada uno de los funcionarios que fueron nombrados pertenecieron a una u otra administración o las reivindican.
Pero otro elemento se ha materializado con fuerza en los últimos días y es la voluntad de la fuerza que lidera el libertario de tener una experiencia propia, independiente. Y la disputa por la presidencia de la Cámara de Diputados fue la caja de resonancia de esta decisión.
Desde la noche misma del triunfo pareció claro que el esquema que comenzaba a funcionar sería el de cogobierno con Mauricio Macri. El expresidente lo sostuvo en la noche de la derrota en las elecciones generales, le brindó su apoyo y posibilitó un esquema de fiscalización que nadie creía que podía desplegarse en tan poco tiempo.
Si miramos la elección, incluso en términos aritméticos, vemos que todos los votos de Patricia Bullrich -y buena parte de los de Schiaretti- se trasladaron a Milei. Pero en el entorno del libertario creció rápidamente la convicción de que las voluntades hubieran llegado igual, con o sin apoyo de Macri.
Por eso hubo varios guiños al gobernador de Córdoba con la designación de funcionarios suyos en áreas claves, incluso antes de incorporar macristas. El de Schiaretti es un caso paradigmático de discursos que no se condicen con la praxis. Se sigue considerando peronista, pero ha apoyado y garantizado la gobernabilidad de todos, menos de los peronistas.
En el caso del PRO, en una y otra tribu advertían que quienes llegaban lo hacían a título personal y no con la anuencia del partido. Para los más escépticos, esto podía entrañar alguna estratagema para evitar la oposición del los gobernadores de Juntos por el Cambio, quienes, desde el principio, criticaron un eventual cogobierno. Pero no era eso.
Efectivamente, tanto Luis Caputo como Patricia Bullrich terminaron cerrando acuerdos de espaldas a Mauricio Macri y la ya mencionada presidencia de la Cámara Baja quedó para Martín Menem, en otro gesto de independencia de La Libertad Avanza. La decisión de proponer al riojano puede ser llamativa para una fuerza que necesita diputados, pero no sorprende.
Desde la primera semana de gobierno electo, los noveles legisladores nacionales de la fuerza exigían que las dos autoridades de las cámaras fueran propias. Nombraban a Oscar Zago, que seguramente será el presidente del bloque en Diputados, y al propio Menem. Francisco Paoltroni será el presidente provisional del Senado y completará la línea sucesoria de Milei con todos nombres de su fuerza. Paradójicamente, esto es lo que reclamaba la vicepresidenta Cristina Kirchner para que Unión por la Patria, que es la primera minoría en ambas cámaras, prestara su acuerdo. El fantasma de 2001 sigue sobrevolando la política argentina.
Pero lo que resulta de este saludable gesto de independencia es una orfandad política que ni siquiera los posibles 11 legisladores que promete Patricia Bullrich pueden mitigar. La negociación será ley por ley, advierten en el PRO. Eso es un mal augurio para un gobierno que quiere hacer la reforma más importante y drástica desde el menemismo, sin contar con el número.
Nadie podrá acusar a Milei de carecer de osadía, pero también entraña algo de cálculo político. La fragmentación de los bloques de JxC y UxP todavía no ha comenzado, pero sucederá. Se sabe, en la Argentina las derrotas dejan secuelas imposibles de evitar y una de ellas es que el ejército de tránsfugas se engrosa muchas veces en favor del triunfador. Dependerá de la pericia política de los flamantes oficialistas conseguir esto.
Hasta ahora, sin un plan económico definido, lo que anuncian y las promesas de Caputo cuentan con un tibio apoyo del establishment, como pudo verse en una gira norteamericana que tuvo mejores gestos que concreciones. Milei es un ganador muy particular en este sentido. Es el primer presidente argentino de la historia en entrar antes en la Casa Blanca que en la Casa Rosada.