Un grupo de operarios que realizaba un profundo pozo en la localidad bonaerense de Rojas encontraron restos de un gliptodonte enterrado hace 10 mil años.
Los trabajadores, de la fábrica Almar, encontraron el animal prehistórico cuando llegaron a unos 5 metros de profundidad.
Desde la empresa resolvieron parar con la obra y comunicar lo sucedido al municipio. Las autoridades se pusieron rápidamente en contacto con el paleontólogo Damián Voglino, perteneciente al Centro del Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, quien se puso a trabajar en el lugar con su equipo.
El gliptodonte era un enorme mamífero prehistórico que vivió en América del sur y cuya característica principal era su capa protectora, un caparazón que lo blindaba y protegía de los depredadores de la época.
El Gliptodonte era un enorme mamífero prehistórico que vivió en América del sur y que vino de América del Norte -hace diez mil años- y cuya característica principal era su capa protectora, un caparazón que lo blindaba y protegía de los depredadores de la época.
Esta coraza ósea era muy resistente y era capaz de soportar mordidas de tigres dientes de sable y lobos gigantes. Era un animal pesado, poco ágil, del tamaño de un hipopótamos y con una fuerza descomunal. Sus huesos fueron robustos y duros, tenían que soportar un peso concentrado que fácilmente superaba los 2000 kilos y la altura de un hombre.
Este herbívoro prehistórico estaba muy bien diseñado, su capa protectora le proporcionaba la seguridad para evitar ataques de sus depredadores. Pero su papel de presa no era pasivo, también podía defenderse con su robusta cola. Una cola pesada con puntiagudos huesos que bien utilizada era capaz de partir patas, costillas y los cráneos de sus depredadores.
Fue tanto el éxito de este animal del sur de américa que llegó a existir hasta la llegada del ser humano. Entonces, como suele pasar desde que estamos en la Tierra, exterminamos la especie. Bien para comer su carne, bien para utilizar el enorme caparazón como refugio.
Los primeros gliptodontes, más pequeños, no tenían un caparazón oseo formado por piezas hexagonales, sino más bien con placas alargadas como el armadillo actual. Pero con forme fueron creciendo en tamaño, las placas alargadas se fusionaron, adquiriendo la fuerte consistencia del caparazón que los protegía.
(Fotos: Diario HoyRojas.com)