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Violento robo a un matrimonio. Los tuvieron retenidos dos horas

Dos horas que deben haber sido uno de los peores momentos en la vida del matrimonio conformado por Raúl y Marta

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Tienen 73 y 68 años y entre la noche del jueves y primeras horas de la madrugada del viernes, cuatro delincuentes armados y encapuchados, llegaron al predio rural ubicado a unos 5.000 metros de Fortín Tiburcio.

Durante dos horas, los extorsionaron haciéndoles creer que tenían retenido a uno de sus hijos, los amenazaron y privaron de la libertad llegando a encerrarlos en un baño de la casa.

Recién ahora toma estado público a través de Junin24, que pudo dialogar con los hijos de las víctimas.

Danilo Bíscaro fue quien comenzó recordando que el jueves, cerca de las 23 horas cuando sus padres estaban “en la casa. Mi papá salió porque estaban toreando los perros y pensó que era algún animal”, cuando, “alumbrando con una linterna para el lado del galpón, lo sorprendió un individuo diciéndole, “alto. Policía”. Y cuando preguntó qué policía, lo agarra un segundo sujeto, desde atrás y lo tira al piso”.

Desde adentro de la vivienda, su esposa “intentó cerrarla puerta pero le pegaron una patada y los metieron a los dos adentro. Y empezó todo”, cuenta con angustia Danilo.
Los tuvieron privados de la libertad, extorsionándolos y bajo amenaza con sus armas de fuego, durante dos horas.

Les hicieron creer que tenían retenido al hijo – el mismo que nos relata lo sucedido- e inclusive brindando detalles que hablar claramente con que los habían estado monitoreando esa misma tarde del jueves.

Ocurre que Danilo, había estado trabajando en el campo con su padre, hasta cerca de las 20 horas. “Habíamos hecho algunos trabajados. Pasando cereal por la tolva y atendiendo a algunos de los animales”.

Esa situación le fue descripta a Raúl por los delincuentes, mientras los tenían privados de la libertad.

“Ellos les dijeron todo, hasta cuándo me fui y que me tenían agarrado, mientras les pedían dinero y los extorsionaban con que me iban a matar”.

Seguramente sin mencionarlo, Raúl sospechaba que no era verdad que tuvieran secuestrado a Danilo porque entre las 20 y las 23, se habían comunicado telefónicamente.

“Revolvieron. Se llevaron todas las herramientas, dinero, los teléfonos celulares, el auto de mi papá y hasta el motor de una lancha. A mis padres primero los tiraron en un sillón mientras exigían más y más… se llevaron todo lo que pudieron…después los encerraron en el baño, sin maniatarlos ni agredirlos físicamente. Pero trabaron la puerta para que no salieran”.

Cuando los desconocidos se fueron – se cree que fueron cuatro. Dos quedaron dentro de la casa y los otros afuera- Raúl “rompió la puerta del baño como pudo” y por suerte ”tenía un teléfono viejo, un Nokia 1100, sin carga. Pero lo cargó y llamó primero a la policía y después a mí”, añade. “Era la 1:54.

“Me levanté y salí para allá, mientras trataba de comunicarme con la policía. Llamé al 911, pero no pude comunicarme con la de acá -el destacamento de Fortín Tiburcio-. También a Patrulla Rural pero no me pude comunicar. Cuando conseguí que me atendieran en el destacamento, papá ya se había podido comunicar”.

Lo increíble es que “llegué antes que ellos, habiendo salido desde el mismo lugar, sólo, pero lo tenía que hacer, sí o sí. Cuando llegaron ellos, yo ya estaba con mi papá”.
Más aún, “el encargado del Destacamento llegó 40 minutos después”, también una ambulancia para controlar a las víctimas, Policía Científica y recién a las 8:3e0, personal policial de Patrulla Rural “que sólo tomó unos simples datos”.

Quien sí “nos brindó una atención excelente fue el Dr. Franco Gasparini – funcionario de la Ayudantía Fiscal de Ascensión- y estamos muy agradecidos con él”.
La investigación está en marcha y se conocen algunos detalles más, tales como que los delincuentes estaban todos armados, usaban capuchas y guantes.
El mismo viernes, el auto robado a la familia Bíscaro apareció abandonado en un barrio de Junín.
El robo agravado por el uso de arma de fuego y privación ilegal de la libertad de la noche del jueves se suma al que, siete días antes, se había cometido en inmediaciones del Barrio Lihué, donde dos delincuentes armados robaron a una familia, llegando a poner el arma en la cabeza de una niña de 10 años.

Con ese nivel de violencia, cabe recordar el de calle Alem al 600 donde un hombre fue sorprendido por sujetos armados, cuando descansaba en su domicilio. O, con un accionar similar, el de calle Rioja. Allí también sorprendieron, intimidaron y robaron a un matrimonio de adultos mayores.

Raúl tiene colocado un marcapasos, su mujer es hipertensa. Les quisieron hacer creer que tenían retenido a su hijo. Gracias a Dios no se está hablando hoy de una tragedia. Aunque sí, del daño psicológico y económico que afecta a toda una familia.
Gente de trabajo que ve cómo, desaparece el producto de su esfuerzo en manos de delincuentes.

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