Si bien por ahora el cáncer no tiene cura, podrían haber encontrado un método terapéutico para mantener las células cancerígenas en estado asintomático con el desarrollo de nuevas nanomedicinas.
Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv encontró la clave para mantener latentes las lesiones del osteosarcoma, un cáncer óseo que aparece por lo general en cualquiera de los extremos de la diáfisis de un hueso largo. La investigación es el resultado de la colaboración durante cinco años entre el equipo de la profesora Satchi-Fainaro, jefa del Departamento de Fisiología y Farmacología de la Facultad de Medicina «Sackler» de la UTA y los laboratorios de Rainer Haag y Marcelo Calderón de la Universidad Libre de Berlín.
“Nos proponemos mantener el ‘interruptor’ del cáncer apagado”, explicó la profesora Satchi-Fainaro sobre su trabajo. “Una vez que el osteosarcoma hace metástasis lejos del sitio del tumor primario, no existe un tratamiento efectivo, sino tan solo formas diferentes de prolongar la vida”, puntualizó. Por ello, se propusieron investigar la recurrencia del osteosarcoma, con la mirada puesta en el valor potencialmente terapéutico de la latencia.
Existen dos posibles escenarios por los cuales un tumor de osteosarcoma reaparece con más virulencia: enfermedad residual mínima (cuando se extirpó el tumor pero células cancerígenas que quedan después de la cirugía se activan) y lesiones micrometastásicas latentes (minitumores que no se detectan y vuelven a surgir como macrometástasis, especialmente en los pulmones). “Decidimos entender qué es lo que provoca que las células de cáncer ‘se enciendan’ en estos casos”, expuso Satchi-Fainaro.
Para realizar sus experimentos crearon modelo de tejidos tumorales de osteosarcoma en parte cáncer ‘silencioso’ y en parte ‘progresivo‘ y se los introdujeron a ratones para apreciar las diferencias entre ambos. “Si éramos capaces de entender su génesis, estábamos en condiciones de comprender que hacía que el tejido tumoral se mantuviera latente. Si podíamos inhibir el crecimiento del cáncer, podríamos apuntar contra él y mantenerlo latente”, precisó la experta.
Los investigadores encontraron en el tejido micro-ARN (uno de los dos tipos de ácido nucleico que elaboran las células más pequeños que la mayoría) de los cuales había niveles bajos en el tejido del tumor agresivo y altos en el latente.
Tras lo cual insertaron el micro-ARN en los tejidos tumorales y los colocaron en una placa de Petri y observaron que el potencial maligno se veía reducido porque disminuía la habilidad de las células de cáncer de comunicarse con las células normales que se hallaban presentes en el microambiente. “Observamos que las células de osteosarcoma tratadas con los micro-ARN seleccionados eran incapaces de emplear los vasos sanguíneos para alimentar su propio crecimiento”, contó la profesora Satchi-Fainaro.
Y amplió: “Para mantener estos micro-ARN estables en la sangre, necesitábamos encapsularlos en una nanopartícula que circula en vasos sanguíneos sanos, pero que desembarcan la droga y la entregan en los vasos sanguíneos agujereados que se encuentran en el sitio de los tumores. Diseñamos una nanomedicina que tendría un método especial de activación en el sitio del tumor, en la célula contra la que se apunta”.
Los ratones que fueron tratados con esta nanomedicina vivieron durante seis meses, lo que es el equivalente a unos veinticinco años de un ser humano. “Esto hace que seamos optimistas. Si no podemos enseñarles a las células tumorales a que sean normales, al menos podemos enseñarles a que permanezcan latentes”, aseveró la experta.
“Esto encierra un potencial enorme porque la inserción de micro-ARN afecta muchos genes, lo que hace que sea mucho más difícil que el cáncer los evite y compense esta pérdida con senderos alternativos. Espero que nuestros descubrimientos se apliquen a otros tipos de tumores bajo una forma universal para tratar el cáncer”, concluyó.