Los números son una obsesión en el mundo de los ejercicios . Desde los 150 minutos a la semana de actividad física, o 75 si se hace de forma vigorosa, hasta las 500 calorías menos que se deben consumir al día hay una interminable cantidad de cifras y fórmulas que transforman a nuestras rutinas para estar en forma en un complejo proceso estadístico.
Dentro de este océano de números hay uno que es venerado y se repite sin cesar desde hace más de cincuenta años, el de los 10.000 pasos. Esa cifra ha sido adoptada por instituciones gubernamentales de diferentes países para considerar a una persona moderadamente activa y también por la mayoría de las decenas de miles de dispositivos y aplicaciones que se ofrecen en el mercado para estar en forma.
La mayoría de las personas que adquieren dispositivos o descargan aplicaciones para hacer ejercicio son por lo general activas físicamente. El problema, advierte el doctor Greg Hager, es que los 10.000 pasos se pueden convertir en un objetivo sin sentido dado que se trata de una cifra aleatoria sin base científica.
«¿Por qué los 10.000 pasos es importante? ¿Qué hay de especial sobre 10.000?», se preguntó durante su intervención ante la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia el pasado viernes.
«Resulta que en 1960 en Japón ellos calcularon que un hombre promedio japonés caminaba 10.000 pasos al día, quemando unas 3.000 calorías y eso es lo que pensaron que una persona promedio debería hacer. Por eso tomaron los 10.000 pasos como un número».
Para el doctor Hager, profesor de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en Estados Unidos, ese tipo de objetivos arbitrarios podría tener un efecto negativo en general y que las aplicaciones que lo promueve pueden causar «más daño que beneficio» en la salud de las personas.
«Algunos de ustedes tal vez usen Fitbit o algo equivalente y les apuesto que de vez en cuando les aparece un agradable pequeño mensaje que dice ‘Hiciste 10.000 pasos hoy'», señaló. «Pero imaginen si todo el mundo piensa que tiene que hacer esos 10.000 pasos pero no están físicamente capacitados para hacerlo, te podés hacer daño simplemente en tratarlo».
Según Hager, el objetivo de los pasos demuestra lo desconectado que están los dispositivos y aplicaciones de la ciencia.
Argumenta que, si bien pueden contribuir a que una persona esté activa físicamente, hay que tener cuidado con los planes de entrenamiento que ofrecen o las recomendaciones que hacen ya que son muy pocos los que se basan en una evidencia científica.
Las apps, ¿ayudan?
En la tienda de aplicaciones de Apple hay unas 165.000 que están dirigidas a la salud y más de 3.000 se enfocan en métodos para perder el peso. De ellas, sólo 17 fueron desarrolladas con la supervisión de organismos oficiales.
El año pasado una investigación liderada por el profesor John Jakicic de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, concluyó que los dispositivos para hacer ejercicio contribuyen muy poco para que la gente pueda desprenderse de los kilos de más que tienen en su cuerpo.
«Tenemos que tener cuidado en depender solamente en estos dispositivos», dijo Jakicic, agregando que su estudio no buscaba que las personas dejen de utilizar este tipo de de tecnología.
La página de internet de Fitbit aclara que el objetivo de los 10.000 pasos, que equivale a unos ocho kilómetros, se basó en la recomendación de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y advierte que puede que no sea recomendable para aquellas personas que recién se inician en la actividad física.
Otros fabricantes defienden que en base a sus estudios los dispositivos sí pueden contribuir a la perdida de peso, siempre que vaya acompañado de una dieta adecuada y de una rutina de ejercicios.
Además que luego surgen otras variables que dependen de cada persona como la estatura, el tamaño de la zancada, la forma de caminar o los movimientos que pueden activar el dispositivo.
Todo esto puede generar un margen de error en el beneficio real de los populares 10.000 pasos al día.