Muchas decisiones son tomadas en base a lo que se ve o experimenta, pero en algunas ocasiones lo que queremos ver juega en contra de la realidad. Los expertos coinciden en afirmar que no somos conscientes de que nuestro pensamiento es un en realidad un “pensamiento desiderativo” en el que tienen un gran peso nuestros deseos.
Cuando se desea un objeto o una situación, se le envía una señal al cerebro en la que le indicamos que nos falta algo. Todas las decisiones que tomemos a partir de entonces estarán influenciadas por este deseo.
¿Qué ocurre entonces con la realidad?
Esta se transforma para nosotros en lo que queremos y provoca que veamos todo lo que ocurre “a nuestra manera”, según la especialista Raquel Lemos Rodríguez. “No es difícil pensar en la cantidad de problemas que esto nos puede traer, no solo en el plano de las relaciones, sino también con relación al trabajo. La realidad es como es y por mucho que queramos verla con otros ojos no va a cambiar”, explicó en su blog La mente es maravillosa.
El pensamiento, esclavo del deseo
El “pensamiento desiderativo” nace del deseo, no de la realidad, por lo que a menudo se convierte en fuente de innumerables problemas en nuestra vida cotidiana. El trabajo de los expertos Kappes, H. B. y Oettingen, G. (2012), y Gordon, R. et. Al. (2005) es sintetizado en la siguiente lista:
• Este tipo de pensamiento, hace que nos centremos excesivamente en el resultado. El pensamiento desiderativo es eminentemente concreto, se dirige a lograr un objetivo en el menor tiempo posible. Esa sensación de urgencia provocada por el deseo nos juega malas pasadas porque nos impide planificar de manera adecuada y ver las señales de que vamos por mal camino.
• Nos impide ver las evidencias y los obstáculos. El pensamiento desiderativo hace que saquemos conclusiones y tomemos decisiones basándonos en lo que más nos gustaría, en vez de realizar comprobaciones teniendo en cuenta la realidad. Este tipo de pensamiento se basa en las emociones, más que en las evidencias. El pensamiento desiderativo alimenta las fantasías sobre nuestro futuro.
• Causa grandes frustraciones. Uno de los principales problemas que genera el pensamiento desiderativo es que terminamos viviendo en el mundo de fantasía que hemos construido en nuestra mente, sustentado en las conclusiones erróneas que hemos ido sacando. En práctica, es como si viviésemos en un castillo de cartas. Obviamente, cuando soplan los vientos de realidad, ese castillo se desmorona. Entonces llegan las frustraciones, decepciones y desengaños.
¿Cómo usar el pensamiento desiderativo a nuestro favor?
El pensamiento desiderativo en sí no es negativo, solo es necesario aprender a usarlo a nuestro favor. De hecho, el deseo que se encuentra en su base tiene un enorme poder motivador que podemos aprovechar a través de la técnica WOOP (Wish, Outcome, Obstacle and Plan):
1. Deseo. Piensa en algo que desees mucho. Convierte ese deseo en un objetivo factible. Ten en cuenta que mientras que los deseos pueden ser vagos y generales, el objetivo debe ser concreto y medible.
2. Resultado. Imagina el mejor resultado posible, deja que esa sensación de logro te llene.
3. Obstáculo. Regresa a la realidad, céntrate en los obstáculos que te impiden alcanzar ese objetivo y elige el mayor.
4. Plan. Piensa en las posibles soluciones y selecciona una acción concreta y eficaz que te permita superar ese obstáculo.
Este periodista de la cadena La Sexta, de España, fue víctima de su deseo al creer ver a gente haciendo deporte en la playa cuando en realidad, las chicas le habían jugado una broma al simular que tenían paletas y una pelota.