Por más que a muchos hombres les cueste reconocerlo, el poder presumir de una cabellera abundante sigue siendo al día de hoy uno de los símbolos de juventud y virilidad más poderosos a la hora de conquistar y seducir, sobre todo si se toma en cuenta que vivimos en una era en la que lo que se ve -y sobre todo lo que se comparte en redes- suele ser más importante que lo que realmente toma lugar en la vida real.
Tomando en consideración los cánones estéticos actuales que obligan al hombre moderno -independientemente de su profesión, estado civil u orientación sexual- a lucir como un híbrido entre un atleta profesional y un modelo de pasarela con un físico definido, si no se considera aceptable lucir una barriga generosa mucho menos lo será mostrar en plataformas como Snapchat los signos de una incipiente calvicie.
Antony Llewellyn y Stevie Carter Harris fundadores de “Quiff & Co”, la firma británica que reinventó los apliques capilares adaptados a las tendencias de peinado de los Millenials. Debajo, detalle de una costosa intervención de implante capilar
Fue por esto que una ingeniosa pareja de hombres gays oriunda de Inglaterra decidió crear el peluquín perfecto para los Millennials que se resisten a ceder ante el flagelo de la cruel alopecia. Antony Llewellyn y Stevie Carter Harris fundaron «Quiff & Co» con la idea de ofrecer una alternativa no quirúrgica a millones de hombres que sufren de calvicie.
Inspirados en las cabelleras estilo retro de David Beckham, Zac Efron y Justin Bieber, su producto que no se asimila en nada a los apliques usados por otras generaciones y la respuesta del mercado han sido tan favorables que la compañía tiene una lista de espera para sus postizos de más de cuatro meses.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores abanderados del movimiento cultural que reivindica el poder asociado a una cabellera tupida es el flamante Presidente de los EEUU, siempre preocupado por lucir un peinado perfecto ante las cámaras
De apariencia muy real, el aplique favorito entre los hipsters puede ser peinado, lavado y hasta incluso permite lucirlo en la piscina sin temor a quedar expuesto luego de un desafortunado accidente. Uno de los principales beneficios del sistema es que evita tener que pasar por una costosa intervención de implante capilar, las cuales suelen conllevar varias semanas de recuperación para que las cicatrices se vuelvan menos aparentes.
Cada pieza cuesta en promedio unos 1.500 dólares, valor que no incluye el pegamento, los peines ni el producto para limpiarlo. Si se prefiere tener una consulta personalizada con los creadores para crear la pieza perfecta a medida de las necesidades del candidato en cuestión, su diseño y la elaboración de una plantilla pueden llegar a ascender hasta los 2.500 dólares, lo que contempla detalles como el color, los tonos, la dirección del cabello y su consistencia.
Detalle de la transformación de unos de los creadores del moderno aplique, quien había quedado calvo con solo 16 años
Si se tiene en cuenta que una intervención promedio de implante capilar en los Estados Unidos no suele bajar de los 5.000 dólares, la propuesta de la ingeniosa pareja británica se vuelve más atractiva. Luego de ser aplicado con pegamento, el aplique puede durar hasta seis semanas en su posición.
El proceso implica la aplicación del pegamento, el aplique de la pieza y el posterior ajuste y peinado. Es resistente a la actividad física, la natación y las duchas
Una vez que el peluquín es creado puede durar de seis meses a un año sin tener que ser reemplazado, aunque la mayoría de las personas suelen cambiarlo más a menudo para seguir las tendencias de nuevos peinados. Las piezas están confeccionadas con cabello 100 por ciento humano y en promedio cuentan con 11.000 mechones de pelo, todos cosidos a mano.