La vulvodinia es una afección en el aparato reproductor femenino que produce desde ardor hasta un dolor intenso y puede afectar la salud sexual y reproductiva de la pareja. Cómo tratarla
Para muchas mujeres es una situación común sentir dolor, irritación y sensación de ardor después de tener relaciones sexuales. Incluso tan común que deciden no tratarlo o pasarlo por alto. Sin embargo, este tipo de dolor puede traer consecuencias negativas en la vida sexual y reproductiva de una persona, provocar ciertos problemas psicológicos y hasta «deserotizar» la vida amorosa.
Para comprender de qué se trata este dolor, en principio es fundamental comprender que surge en la vulva, una parte olvidada en la anatomía femenina. El primer error de muchas mujeres es referirse a su región genital como la vagina, cuando en realidad la vagina es interna y lo que protege esta zona externamente es la vulva. Al estar expuesta, esta parte del aparato reproductivo femenino es propensa a dañarse o infectarse. La afección es conocida como vulvodinia.
El principal síntoma de que esta zona no está saludable es el dolor vulvar, también conocido como «síndrome de ardor vulvar», una condición que puede durar por años, causar episodios repetidos de intenso malestar sin presentar lesiones y que puede dañar con el tiempo el deseo sexual.
Muchas mujeres sufrieron de molestia crónica en la parte externa de la vagina, con ardor, irritación, prurito, quemazón o dispareunia (malestar en el momento de la penetración), pero no recibieron nunca el diagnóstico adecuado. Esto sucede porque, a simple vista, no se evidencian lesiones y puede surgir a cualquier edad, lo que colabora en que la condición sea confundida con infecciones o heridas de otro tipo.
«Una vez que el problema está instalado, la mujer va restringiendo las relaciones sexuales e ingresa en una etapa de deserotización que genera la pérdida de estrógenos locales y la consecuente disminución de la lubricación y más molestias», señaló la doctora Laura Szafirstein, médica dermatóloga, especialista en vulvodinia y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y la Academia Americana de Dermatología.
Se distinguen dos tipos de vulvodinia. En primer lugar, el síndrome de vestibulitis vulvar, que genera molestias e hipersensibilidad en el vestíbulo vulvar. El criterio para diagnosticarlo incluye dolor intenso al tacto o al intento de penetración y sensibilidad localizada. Por otra parte, la vulvodinia esencial-disestésica produce dolor en toda la vulva, desde el pubis hasta el coxis y puede enrojecer la zona. Comúnmente, la vulvovaginitis y la vestibulitis coexisten o se superponen.
Cómo tratarla
La vulvodinia fue por mucho tiempo confundida con un trastorno del tipo sexual-psicológico, pero esto es sólo porque una mujer se vuelve emocional en respuesta al dolor que interfiere con una parte importante de su vida.
Según la especialista, con tratamiento adecuado se puede disfrutar plenamente de la sexualidad. En principio se aconseja a las pacientes eliminar las fuentes de irritación, como por ejemplo utilizar ropa ajustada. Para calmar la zona se puede colocar una bolsa de hielo sobre ella y poner un anestésico tópico como la xilocaína.
Según señaló la doctora Szafirstein, «no existe una causa sino muchas causas para la vulvodinia. Cada mujer es un caso único. Por eso, hay que buscar al profesional idóneo, especializado en la materia».
Antes de pensar en la posibilidad de esta patología, hay que descartar otras causas como infecciones, problemas físicos por accidentes o abuso sexual, la enfermedad de Behcet (inflamación de los vasos sanguíneos) y el síndrome de Sjrögen (trastorno autoinmune en donde se destruyen las glándulas que producen lágrimas y saliva, que causa resequedad en boca y ojos y puede afectar otras partes del cuerpo).
También hay que descartar la enfermedad de Crohn -inflamación de partes del tubo digestivo-, condiciones precancerígenas y cáncer, irritación -provocada por el uso de ropa interior de mala calidad, cremas, supositorios y productos para la higiene femenina- y ciertas patologías de la piel como la dermatitis, eccemas y psoriasis, entre otras.
Si bien es fundamental asistir a un médico especializado y no automedicarse, ante la duda, la dermatóloga sugiere contestar este pequeño test. Si la respuesta es «sí» a por lo menos cuatro preguntas, podría haber un cuadro de vulvodinia.
1. ¿Fuiste tratada por infecciones vaginales, pero seguís con dolor tras finalizar el procedimiento?
2. ¿Tuviste ciclos recurrentes de infecciones urinarias y vaginales que parecen venir una detrás de otra?
3. ¿Te pasó que fuiste a un doctor quejándote de infecciones vaginales y los análisis determinaron que no tenés infección?
4. ¿Los síntomas comenzaron luego de una serie de infecciones vaginales, bacteriales o urinarias o de un trauma pélvico como una operación o una caída?
5. ¿Sufrís alergias o problemas dermatológicos?
6. ¿Te han diagnosticado cistitis intersticial, fibromialgia, colon irritable o alguna enfermedad autoinmune o inflamatoria?
7. ¿Estás experimentando un declive en tu interés sexual?
8. ¿Estás deprimida o estresada?