Los cangrejos herradura, de los más antiguos habitantes del planeta, van a seguir siendo utilizados por la industria farmacéutica por más tiempo de lo previsto para sus test de detección de toxinas.
En plena carrera mundial por la vacuna del coronavirus, los reguladores estadounidenses acaban de rechazar la alternativa sintética a las pruebas que se realizan a partir de la codiciada sangre azul de este fósil viviente.
La sangre azul del cangrejo de herradura resulta ser eficaz para detectar contaminantes bacterianos llamados endotoxinas, y eso ha hecho que, durante décadas, sean capturados y desangrados vivos para el uso farmacéutico del compuesto de la misma.
A pesar de que desde hace aproximadamente 15 años se descubrió una alternativa sintética que garantiza los mismos beneficios (el Factor C recombinante (rFC), «la prueba no ha logrado suficiente penetración en el mercado para disminuir la dependencia» de este extracto animal, indican desde la organización, que lleva años luchando por la generalización y adopción de esta alternativa «para detener el sangrado de los cangrejos herradura, un procedimiento que mata entre el 15 y el 30 por ciento de los cangrejos desangrados y plantea riesgos desconocidos a largo plazo para la especie».
Cada año, en la costa este de los Estados Unidos, la industria biomédica captura aproximadamente 500.000 cangrejos de herradura y drena hasta un tercio de su sangre. La industria farmacéutica lleva décadas utilizando la sangre de estos cangrejos para detección de endotoxinas, pues se descubrió que el cangrejo herradura tiene «una respuesta inmune primitiva pero muy sensible a la contaminación por endotoxinas», indican en el estudio, llevado a cabo por Tom Maloney, Ryan Phelan y Naira Simmons.
Concretamente, la sangre de esta especie contiene amebocitos, unas células extremadamente sensibles al lipopolisacárido (LPS), que se encuentra en las endotoxinas y que, al detectar la presencia de toxinas de bacterias provocan la coagulación del líquido corporal y, por lo tanto, evitan su propagación.
El procedimiento que mata entre el 15 y el 30 por ciento de los cangrejos desangrados