De acuerdo a los datos del último relevamiento que hizo el Observatorio de Consumos Problemáticos, a cargo del Defensor del Pueblo Adjunto de la provincia de Buenos Aires, Walter Martello, el 47% de los jóvenes y adolescentesse saltea el desayuno y el 30% admitió que consume golosinas o snacks todos o casi todos los días de la semana.
El estudio mostró que el 58 % de los adolescentes y jóvenes de hasta 25 años no cumple con las cuatro comidas principales. A su vez, el 72% reconoció que le agrega sal -siempre o a veces- a las comidas una vez que son servidas, mientras que el 60% no come diariamente verduras y el 66% no consume frutas.
¿QUÉ TOMAMOS?
Sobre las bebidas, el 36% dijo tomar diariamente gaseosas y/o jugos (light o azucarados) y el 68% admitió que consume alcohol. Uno de cada diez (el 12%) sostuvo que toma éste tipo de bebidas todos o casi todos los días de la semana. El dato más preocupante es que el 12% de los jóvenes toma alcohol todos o casi todos los días.
El relevamiento del Observatorio también mostró que el 71% de los adolescentes y jóvenes de hasta 25 años consultados nunca recibieron consejos nutricionales de un profesional. Además, el 54% dijo que no practica ningún deporte ni realiza actividad física.
LA MONOTONÍA DE LA DIETA ARGENTINA
Los resultados del estudio coinciden con las recientes advertencias de la ONU en relación a «la monotonía de la dieta argentina», la falta de aplicación efectiva de las regulaciones para limitar la publicidad de comida chatarra y el alto consumode productos alimenticios altamente procesados.
«Realmente, los resultados nos hizo encender una luz de alarma. Por una parte, es evidente que la difícil situación económica influye en el hecho de que no se pueda cumplir con las cuatro comidas diarias y en la baja calidad nutricional de los alimentos que se consumen. Pero también hay importantes factores culturales que impactan de lleno y que demandan acciones urgentes desde los distintos niveles del Estado», aseguró Martello.
Desde la Defensoría propusieron avanzar en una nueva política impositiva, que implique una mayor carga fiscal para aquellos alimentos de nulo o bajo valor nutricional, e incentivar la producción y comercialización de aquellos que aportan los nutrientes esenciales que necesitan los jóvenes.
