Por Miriam Luterotti. Escritora. Presidente de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Junín. Vicepresidenta de la Red Argentina De Arte y Salud Mental y socia fundadora de la Red Latinomericana de Arte y Salud Mental.
Celebración de la muerte.
Inaugurar Noviembre traía consigo el tiempo de la espera para la floración de los crisantemos.
El luto riguroso iba dando lugar al gris pero las ausencias eran, y lo serían por los siglos de los siglos, un agujero insondable en el medio del pecho.
En esos días no se escuchaba la radio, se vivía en un presente lleno de dolor y de recuerdos, fuera del mundo, y había velas encendidas en los altares improvisados en las habitaciones, donde aprendí, arrodillada, a rezar en Italiano, mucho antes de aprender a escribir.
Santa Maria/Piena di grazia/Il Signore e’ con te
La abuela iba y venía presurosa acomodando trastos sobre la mesa de piedra bajo la enramada chorreante de glicinas
Y yo,la admiraba vivir entre los racimos morados con los que la tarde anterior habíamos enhebrado collares para el angelito de la guarda..
Tu sei benedetta fra le donne/e benedetto e’ il frutto di tuo seno,Gesú /
En mi casa los muertos ocupaban un lugar de privilegio entre los vivos.
Y allí estaban,como la más honda herencia de la sangre, las mantillas de encaje, las carpetas tejidas al crochet, las cortinas de la bóveda que velaban la luz, los candelabros,las fotos en sepia que hablaban desde las bocas selladas de los muertos.
Santa María/Madre di Dío /
Las calas blancas, que a partir de mis ojos de niña, siempre las he asociado con la muerte, habían bebido durante semanas el agua jabonosa de la batea, anunciando la vida eterna.
La ceremonia continuaba con el largo camino al Cementerio.A pie, en silencio, bajo el sol caliente de noviembre.
Íbamos al encuentro de la muerte y sin embargo, sentíamos la vida por delante porque éramos las herederas de la memoria,de la sangre ancestral que seguirá tras generaciones regando con sus lágrimas la tierra que recibe a sus muertos.
Santa María/Madre di Dío
Prega per noi
Amén.