En el artículo anterior vimos un experimento de 45 minutos, con niños en la calle pero con diferentes apariencias, el objetivo era el impacto en la percepción y la reacción de la gente ante ellos, la realidad mostró la “humanidad” de los transeúntes y resaltó la discriminación implícita que llevamos como constructo social.
La diferencia entre el “niño visible” y el “niño invisible” , radica en la despersonalización y/ o estigmatización del mismo : “el monstruo””el futuro violador y asesino” “no tiene arreglo” , se los desaprueba desde esa infancia que no los provee de significación social para poder participar como infante dentro de “lo humano”
Protagonistas sufrientes de una niñez “des-infantilizada” donde “a falta de amor buenos son los estimulantes”, nadie reflexiona por un instante que, tal vez, solo tal vez, en ese contexto de privaciones en su máxima expresión. buscan huir de su triste realidad, una realidad dañina que los condiciona, los margina y forma o deforma en ellos una personalidad deteriorada, debido a la confusión y el conflicto de valores que los lleva a repetir las mismas conductas agresivas de las que han sido víctimas, todo en defensa de su propia identidad
Una identidad que lucha en medio de una marea de rostros múltiples intentando salir de la exclusión de la” culpa de ser pobre” de la cosificación
Su sistema de valores son el producto de una mezcla de normas ciudadanas y de necesidades de desubsistencia, no se exponen al rechazo, cuando ofrecen limpiar el limpiaparabrisas por gusto, sino por necesidad, con las mandíbulas apretadas para no gritar, los ojos vidriosos, asumiendo el maltrato o la lástima que cargan las monedas que le da algún alama caritativa, monedas con las que compraran el sándwich en el kiosco más cercano, única comida del día
Los niños visibles corren, saltan, chillan y ríen con fuerza, celebran y gozan cada instante de la infancia de vivir contentos, es imposible no ver un niño feliz, su expresión corporal proyecta felicidad y entusiasmo en oposición al niño invisible que transita silencioso, sin sonrisas, impenetrables a sus emociones, marginado, solo puede ver caer sus sueños muertos en medio de la miseria y el hambre, el destrato, no solo vive en pobreza; es explotado con trabajo; no es respetado ni protegido legalmente; prostituido, en consecuencia tiene una maduración precoz efecto de su instinto de conservación, permanece siempre en alerta y a la vez amenazante, sabe: que todo representa peligro ante su vulnerabilidad, solo se visualizan cuando delinquen, o cuando aparecen sus cuerpos muertos arrojados como basura
Sus emociones primarias residen a flor de piel, tornándolos huidizos o aguerridos, transformando el imaginario social que los quita de la lista de la infancia, ya que no encajan con la construcción del niño sonriente, rubio, bien vestido, socialmente “ubicado”
.A este grupo vulnerable la UNICEF Io denomina en “circunstancias especialmente difíciles”
El Estado los expulsa, a través de sus instituciones, su construcción simbólica en los medios que no responde a la categoría general representativa por lo que la sociedad no los “ve”…
¿Será que no los ven o que NO los quieren ver?
O será que no a todos los niños les están cabiendo los derechos declarados universalmente?
O será… ¿que existen niños con prioridad de paso por la infancia?
Es por eso, te pido, llamo a reflexión, cuando cruces un niño por la calle, que no responde al estereotipo de niñez colectiva de consumo; no le niegues la mirada, no caigas en prejuicios dañinos heredados
Si no hay nada que puedas ofrecerle, ofrécele una sonrisa, una mirada. Una palabra
No te des- preocupes de ese Otro, menos si es un niño.
Porque lo único que importa son TODOS los niños del mundo, y el mundo es de ellos, y solo podemos hacerlos visibles si abrimos y miramos con los ojos del alma
Recuerden solo podemos soñar con un mundo feliz haciendo niños felices.
Marcos Muñoz Isabel