La española Ascensión Mendieta, una anciana de 91 años que se convirtió en un símbolo de la lucha contra los crímenes del franquismo, logró recuperar los restos de su padre fusilado en 1939, después de que la jueza María Servini ordenara buscarlos en dos fosas comunes de un cementerio de Guadalajara, España, como parte de la denominada “querella Argentina”.
“Gracias a Argentina ahora me voy a poder morir tranquila”, dijo entre lágrimas Mendieta, la querellante más longeva de la causa iniciada en Argentina para esclarecer los crímenes cometidos por el régimen del general Francisco Franco (1936-1975), única en el mundo interpuesta contra los crímenes del franquismo.
“Estoy muy feliz porque podré enterrar a mi padre”, destacó Mendieta.
Cuando tenía 12 años el destino quiso que fuera ella, entre siete hermanos, quien abrió la puerta de su casa a los verdugos. Casi 80 años después de aquel día, ella siente que puede despedirlo.
“Le he buscado toda la vida, y le he encontrado gracias a Argentina”, contó la mujer, quien si bien prácticamente no escucha y pide que le repitan las preguntas varias veces, contesta con lucidez.
En noviembre de 2013, con 88 años, se subió a un avión que la llevó a Argentina con un grupo de ciudadanos españoles para querellar por los crímenes del franquismo en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Número 1 de Buenos Aires, a cargo de María Servini.
En enero de 2016 y durante 2017 la magistrada exhortó en dos oportunidades a la Justicia española a seguir buscando los restos de Timoteo Mendieta, fusilado el 15 de noviembre de 1939 y arrojado a una fosa común en el cementerio de Guadalajara.
El viernes pasado, la Justicia española confirmó que uno de los cuerpos exhumados es el padre de Ascensión, que estaba en una fosa junto a otros 22 cadáveres.
“Lo que no sabemos es si lo fusilaron y lo llevaron al cementerio o lo fusilaron en el mismo cementerio”, explica Mendieta.
“Fui yo misma la que abrió la puerta cuando vinieron a llevárselo. Era la hora de la siesta y lo fui a despertar. Estábamos en la casa con todos mis hermanos. Mi madre estaba en Madrid. El no alcanzó a decirnos nada. Nunca más le volvimos a ver”, recuerda. La familia vivía en Sacedón, un municipio vecino a Guadalajara.
“Lo vino a buscar un vecino, un fascista, acompañado por un militar. Lo subieron a un furgón y se lo llevaron junto a otros hombres”, recordó.
“Éramos siete hermanos. Mi madre, María, y mis hermanos, ya están todos muertos, la única que puede irse en paz, soy yo”, agregó.
En 2012, murió su hermana Paz, quien la acompañaba en las manifestaciones para pedir que se abrieran las fosas del franquismo.
“Cuando se lo llevaron, mi padre tenía 41años, era carnicero y trabajaba en un puesto en el pueblo de Sacedón con su padre”, rememoró Mendieta.
“Él era sindicalista de UGT (Unión General de Trabajadores) y al negocio lo tuvo que cerrar porque iba de mal en peor durante la guerra y como estaba señalado como rojo (comunista) nadie le compraba”, agregó.
“Con el tiempo, nos enteramos de que primero lo retuvieron en la cárcel del pueblo, en Sacedón, luego lo trasladaron a la de Guadalajara, donde lo asesinaron y enterraron en una fosa común en el cementerio de esa ciudad”.
“Lo más penoso es que se lo vinieron a llevar tres días después de que terminó oficialmente la guerra. Fue muy triste”, destacó.
Chon Mendieta, de 59 años, hija de Ascensón y nieta de Timoteo, cree que el hallazgo de los restos de su abuelo «tantos años después, viene a dignificar a todas las víctimas del franquismo”.
“Lo buscó tanto que no dudó, con casi 90 años, en subirse a un avión para ir a querellarse en Argentina. Recuerdo que cumplió sus 88 años a bordo del avión que la llevó a declarar ante la jueza Servini de Cubría”, contó Chon Mendieta a Télam.
“A mi abuelo los fascistas lo acusaron de ‘auxilio a la rebelión’, es decir, de rojo, como le llamaban a los comunistas, antes de ejecutarlo”, agregó.
Fue una abogada argentina que colabora con las organizaciones de Memoria Histórica en España, Ana Messuti, quien le comunicó la noticia a Ascención Mendieta, quien siguió de cerca los trabajos de exhumación de su padre tras la apertura de dos fosas comunes en las que se encontraron un total de 50 cuerpos sin identificar.
Ascención trasladará los restos de su padre a Madrid para enterrarlos. “Le pondré una placa con su nombre y apellido”, anunció con emoción.
“Ahora, puedo irme en paz. Me gustaría que el día que eso ocurra me entierren junto a él”, concluyó la anciana con una entereza conmovedora.