El papa Francisco convocó hoy a dedicar mañana a las 13 un minuto por la paz en el mundo.
«Mañana, a las 13, se renueva en diversos países la iniciativa ‘Un minuto por la paz’, es decir, un pequeño momento de oración en el aniversario del encuentro en el Vaticano entre el difunto presidente israelí Shimon Peres, el presidente palestino Mahmoud Abbas y yo», dijo Francisco, al final de la audiencia general de los miércoles ante miles de fieles en la Plaza San Pedro. «En nuestro tiempo es muy urgente rezar -cristianos, judíos y musulmanes-, por la paz», agregó.
El 8 de junio de 2014, convocados por Francisco, Peres y Abbas viajaron al Vaticano para protagonizar una inédita ceremonia en los Jardines del Vaticano: junto al Papa, plantaron un olivo y elevaron una histórica plegaria por la paz en Medio Oriente.
La Conferencia Episcopal Argentina adhirió a la iniciativa de «Un minuto por la paz» para recordar el tercer aniversario de ese histórico evento. En un comunicado, explicó que la la intención es que mañana, a las 13, «cada persona detenga sus actividades cotidianas y dedique un minuto a reflexionar, a rezar y a comprometerse por la paz en todo el mundo, cada uno según su propia tradición». «En el lugar donde esté, solo o acompañado, en la calle o en el templo, en su casa, en familia, en la escuela, en el trabajo, en la fábrica, en el campo, en el barrio o en la universidad», indicó el episcopado argentino.
Dios es nuestro papá
Durante la catequesis de hoy, en tanto, el Papa recordó que Jesús un día le enseñó a los discípulos el «Padre Nuestro», la oración cristiana por excelencia, según el Evangelio. Y explicó que en la sencilla invocación «Padre» se resume todo el misterio de la oración. «Con Jesús podemos llamar a Dios: «Abba», que es un término que muestra confianza y cercanía, y que podríamos traducir por «papá». Dios es nuestro «papá», y llamarlo así nos pone en estrecha relación con él, como un niño que se siente amado y protegido por su padre», dijo.
Evocó luego la parábola del hijo pródigo, el mejor ejemplo de lo anterior. «Jesús en la parábola del padre misericordioso nos presenta a Dios como un Padre bueno. No actúa al modo humano, sino a la manera divina, «amando» de forma diferente. Cuando el hijo pródigo vuelve a casa, después de haber derrochado todos sus bienes, el padre sale a recibirlo y no le aplica criterios de justicia humana, sino que lo perdona y lo abraza, mostrándole cuánto ha sentido su ausencia», explicó. «Este es el misterio insondable de Dios que no puede dejar de amar a sus hijos. Esta certeza es la base de nuestra esperanza», concluyó.