El 26 de abril de 1937, a la tarde, la aviación hitleriana bombardeó la ciudad vasca de Guernica y desató una de las matanzas más viles de la Guerra Civil Española. Hoy se cumplen 80 años de ese día que sumió a Pablo Picasso en un trance creativo del que surgió el cuadro más emblemático del siglo XX, el Guernica, además de un conjunto de 60 óleos y dibujos de brutal carga expresiva.
Reflejo fiel de una época dramática, el lienzo Guernica nació para formar parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de 1937. Fue un encargo del gobierno de la II República en plena Guerra Civil. Picasso aceptó el reto, pero pasó tres meses en blanco. Ya era un artista con una visión angustiada del mundo cuando se enteró de la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca que da nombre a la obra. El estupor lo encendió.
Ochenta años después, el Museo Reina Sofía, donde se exhibe el lienzo, se propuso rastrear las raíces que llevaron al pintor nacido en Málaga a la creación del Guernica y exhibir el camino de su metamorfosis artística. La exposición Piedad y terror en Picasso. El camino al Guernica -que se inauguró hace tres semanas en Madrid- analiza la iconografía de horror, agonía y desasosiego que proyecta el mural a partir de la exposición de casi 200 obras nunca antes reunidas.
«Hasta el Guernica, el arte de Picasso había sido fundamentalmente íntimo y personal; casi nunca se había referido a temas políticos. Pero desde mediados de los años 20 su producción empezó a asomarse con frecuencia a la pesadilla y al horror», señaló el historiador del arte Timothy J. Clark, uno de los curadores de la muestra.
A lo largo de los pasillos que llevan al Guernica en el Museo Reina Sofía pueden contemplarse las escenas inquietantes que Picasso concibió en aquellos años en que el mundo marchaba hacia otra catástrofe: danzas desenfrenadas, mujeres encajadas en sillones con la boca abierta, cuerpos que se transforman en armas, monstruos que parecen hechos de piedra.
Picasso empezó a trabajar en su taller parisino el 1° de mayo de 1937 y entregó el lienzo de 3,5 por 8 metros antes de la apertura de la exposición, en los primeros días de junio. Anne Wagner, la otra curadora de la muestra, opinó: «El cuadro que terminó creando para la República ha perdurado como un emblema de la condición moderna. Trascendió el conflicto español. Se convirtió desde el primer instante en la escena trágica de la cultura universal».
La muestra, un alegato genérico contra la barbarie y el terror de la guerra, podrá verse hasta el 4 de septiembre.
