Las emociones en tiempo de coronavirus se ven impactadas directamente por una emoción primitiva que nos preservó como especie hasta el día de hoy. El miedo
En la prehistoria el miedo ayudaba a reaccionar ante determinadas situaciones potencialmente peligrosas pero en la actualidad, el miedo, tanto nos puede llevar a salvarnos de un peligro, como o a producir una situación más peligrosa, ya que, el problema no está en tener o no miedo, sino en el efecto que éste tiene en nuestras vidas…
Hay variadas formas de enfrentar el miedo como resultado de los mecanismos instintivos y del aprendizaje que se ha ido asimilando en situaciones a través de la vida. Hay quienes actúan agresivamente, herencia ancestral, ante una amenaza la reacción se proyecta en ataque o huida y, aunque ya no haya tigres dientes de sable, los peligros existen, como hoy, que vivimos afectados ante la amenaza de un virus que hizo tambalear el sistema sanitario mundial, de pronto cambió la percepción que teníamos del mundo y de nosotros nos muestra tal y como somos: vulnerables
Desde esta perspectiva, según la filosofía Zen _ “todos los miedos que experimentamos los seres humanos tienen dos raíces bien definidas: el apego y la ignorancia. El apego nos hace vulnerables […] La ignorancia, por su parte, nos sumerge en un estado de incertidumbre y duda que facilita la aparición del miedo.
El no reconocer el riesgo o el peligro de manera precisa y el no entender cuál es el camino para enfrentarlo, conduce a que nos sintamos invadidos de inseguridad y temor.”
El miedo, ante este tipo de situaciones, puede activar en cada ser lo mejor o lo peor de la condición humana, puede llegar a expulsar del hombre y la mujer, la humanidad misma , la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y dejar solo desesperación muda (parafraseando a Aldous Huxley, escritor y filósofo inglés)
Ante la aparición de pandemias la reacción del hombre siempre se transformó en pánico, más en estos tiempos de exceso de información y desinformación bombardeando nuestra psiquis y nuestras emociones.
El pánico es propulsor de violencia, prejuicios, discriminación, estigmatizaciones y de la estúpida búsqueda de un “culpable”. Porque desde la Antigüedad, hemos construido la idea de “castigo” ante la aparición de una epidemia o catástrofe, entonces hay que castigar al Otro, al diferente, si se quiere, al extranjero, al rico, al pobre, a “alguien” que cargue la “culpa” de lo que nos está pasando.
Nuestro sistema emocional se encuentra en “alerta máxima”, porque también la verdad está en crisis, no sabemos dónde se encuentra; en consecuencia las emociones se alteran en medio de tanta incertidumbre.
Emocionalmente alterados, aparecen las conductas irresponsables, egoístas, qué favorecen no solo a la propagación del virus sino también a la ruptura de un contrato social implícito que debería ser efectivo y ejemplar, nos ponemos violentos, como el caso del deportista que agredió al personal de seguridad, o discriminando generando “fobias” racistas
El miedo global, margina al Otro, lo deshumaniza, lo vuelve un “objeto” de cuidado, no lo vemos como a ese Otro al que hay cuidar sino otro del que debemos cuidarnos
Por eso, en tiempos de coronavirus, es necesario un botiquín emocional, que contenga autocontrol, tolerancia, empatía para poder cuidarnos entre todos y no de todos, para entender que la humanidad es una, sin categorías raciales o sociales.
Que tanto frente a la vida como frente a la muerte TODOS SOMOS IGUALES, entonces que la lucha sea solidaria, responsable con y por amor a la vida
Cuídate Cuídalo. Cuídame
Por Isabel Muñoz Marcos