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Estilo de vida

Los 90 segundos que transforman nuestras emociones: cómo gestionarlas para vivir mejor

Las emociones, en su estado puro, tienen una duración aproximada de 90 segundos, según la reconocida neuroanatomista Jill Bolte Taylor. Este lapso corresponde al tiempo que una reacción química recorre nuestro cuerpo y cerebro.

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Sin embargo, ¿por qué a veces sentimos que esas emociones negativas persisten? La respuesta está en nuestros pensamientos: los relatos internos, interpretaciones y juicios alimentan estas emociones, prolongando su impacto mucho más allá de su ciclo natural.

Cómo funcionan las emociones

Las emociones primarias desencadenan respuestas fisiológicas inmediatas. Pero cuando revivimos mentalmente una situación dolorosa o injusta, las reforzamos, perpetuando un estado emocional negativo. Esto puede derivar en patrones de estrés crónico si no aprendemos a gestionarlas adecuadamente.

90 segundos para evitar la reactividad

La clave está en no reaccionar de inmediato. Al comprender que una emoción dura apenas un minuto y medio, podemos entrenarnos para detenernos, respirar y permitir que el malestar disminuya. Practicar esta pausa nos ayuda a evitar respuestas impulsivas que generan más conflicto y nos perjudican a nosotros y a los demás.

La trampa de los enganches tóxicos

Según Pema Chödrön, el concepto de «Shenpa» describe cómo ciertos estímulos—personas, palabras o situaciones—nos «atrapan», activando emociones aflictivas y llevándonos a respuestas automáticas. Identificar qué nos engancha y cómo afecta nuestras emociones es el primer paso para liberarnos de este ciclo destructivo.

Herramientas para la gestión emocional

  1. Reconoce la emoción: Nombrarla disminuye su intensidad.
  2. Permite que fluya: No temas sentirla; recuerda que es temporal.
  3. Evita alimentar pensamientos negativos: Redirige tu atención hacia el presente.
  4. Practica la pausa: Antes de reaccionar, respira y espera a que pase el primer impulso.

El impacto en nuestra calidad de vida

Grandes referentes como Daniel Goleman, Eckhart Tolle y Tara Brach coinciden en que gestionar nuestras emociones reduce el estrés y mejora la salud mental. La neurociencia respalda esta práctica, señalando que las emociones son mensajeras momentáneas y no deben definirnos.

“No somos nuestras emociones; son experiencias que podemos observar, aprender y liberar”, afirma Jill Bolte Taylor. Al adoptar esta perspectiva, no solo transformamos nuestro bienestar personal, sino también nuestras relaciones y decisiones.

En un mundo acelerado, detenerse por 90 segundos puede ser el cambio más poderoso hacia una vida emocionalmente equilibrada.

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