En el azul de las aguas del Mar Rojo, Maoz Fine y su equipo se sumergen para estudiar el que podría ser el coral más particular y único del planeta, capaz de sobrevivir al calentamiento global, al menos por ahora.
Los corales, sorprendentes por sus rojos, anaranjados y verdes, crecen en mesadas a unos 8 metros bajo el agua y fueron colocados allí por científicos israelíes para descifrar el secreto de su supervivencia.
«Durante los últimos 6.000 años, sufrieron una especie de selección natural al atravesar cuerpos de agua de temperatura muy alta, y sólo los que pudieron pasar a través de esas aguas calientes llegaron a este lugar, en el norte del Mar Rojo y el Golfo de Eilat», dice Fine.
El mundo acaba de atravesar sus tres años más calurosos de la era moderna, y para los científicos, la causa son las emisiones de gases que producen efecto invernadero, como el dióxido de carbono.
Los océanos absorben alrededor de un tercio del dióxido de carbono de la actividad humana, lo que también resulta en una creciente acidificación del agua que es muy perjudicial para los corales.
Los arrecifes de coral, sobre todo la famosa Gran Barrera de Coral australiana, han experimentado en los últimos años una imparable mortalidad y desteñimiento masivos.
Aunque suele confundírselos con una forma de vegetación, los corales «son realidad animales que viven en simbiosis con una plantam un alga», dice Jessica Bellworthy, estudiante de doctorado bajo la supervisión de Fine y que también integra el equipo investigación en Eilat.
Los corales y las algas «se prestan servicios mutuamente»: las algas suministran «hasta un 90 por ciento del alimento que el coral animal necesita» a través de la fotosíntesis, señala Bellworthy, oriunda de Gran Bretaña.
«Cuando la temperatura del mar se calienta mucho, esa simbiosis, esa relación, se rompe», dice Bellworthy.
«Estamos observando una población de corales de un arrecife que son muy resilientes al aumento de temperatura y que muy probablemente serían los últimos sobrevivientes en caso de que el mundo sufriera una calentamiento significativo y una acidificación del agua de mar», dice Fine en su oficina cercana, antes de sumergirse.
En los últimos años, el calentamiento global hizo que los coloridos arrecifes de coral se marchitaran y murieran alrededor del mundo, pero no en el Golfo de Eilat, o Aqaba, en el norte del Mar Rojo.
Esa fue la razón que impulsó el trabajo de Fine, tanto en el Mar Rojo como en sus costas.
En el Instituto Interuniversitario de Ciencias Marinas de Eilat, una ciudad balnearia del sur de Israel, decenas de acuarios conteniendo muestras de corales locales fueron alienados a poca distancia de la costa del Mar Rojo.
Un robot introduce lentamente su brazo en cada recipiente de vidrio para hacer mediciones y cargarlas a una base de datos.
«Exponemos a los corales a altas temperaturas durante largos periodos de tiempo, temperaturas más altas que los picos actuales del verano e incluso más allá de los límites de las predicciones para el fin del siglo», dice Fine, profesor de biología marina de la Universidad Bar Ilan, Israel central.
«Ninguno de ellos se blanqueó ni perdió su color», explica Fine.
Según Fine, los corales del Golfo de Eilat responden bien al calor gracias a su lento viaje desde el Océano Índico a través del estrecho de Bab al-Mandab, entre Djibouti y Yemen, donde las temperaturas son mucho más elevadas.
«El coral pierde esas algas y eso hace que pierda el color y se blanquee», lo que en realidad implica «que se están muriendo de inanición».
La pérdida de los arrecifes de coral no es sólo una mala noticias para los turistas que se zambullen para admirar su belleza y la vida marina que se desarrolla en su entorno.
Los corales son importantes para «el equilibrio general del ecosistema», ya que proporcionan estructura, alimento y protección a una gran variedad de animales marinos, según destaca Bellworthy.
Sus ricas interacciones químicas han suministrado incluso los componentes de algunas medicaciones, incluidos algunas drogas para pacientes con cáncer y VIH, dice Fine.
Pero si bien los arrecifes de coral frente a las costas de Eilat y Aqaba tal vez sobrevivan por el momento el calentamiento global, de todos modos enfrentan otros peligros.
Los fertilizantes, los pesticidas y los derrames de petróleo «dañan a los corales y reducen su resiliencia a las altas temperaturas», señala Fine, y advierte sobre los planes para construir criaderos de peces que podrían volcar sus afluentes de deshechos en las aguas del Golfo de Eilat.
Los investigadores israelíes recalcan la necesidad de unir fuerzas con el resto de los países que tienen costas sobre el Mar Rojo.
Eso incluye no sólo a Jordania y Egipto -los únicos dos Estados árabes que tienen acuerdos de paz con Israel-, sino también a Arabia Saudita, con el que Israel no mantiene relaciones formales.
«Para salvaguardar este pequeño cuerpo de agua, naturalmente necesitamos de la cooperación de nuestros vecinos, ya que el arrecife no tiene fronteras», dice Fine.
Textos: Jonah Mandel
Fotos: Menahem Kahana / AFP
Edición Fotográfica: Alfredo Sánchez
Traducción: Jaime Arrambide