Argentina tiene una historia particular con los videojuegos. A diferencia de otros países, las grandes marcas no dominaron el mercado con sus modelos originales. Durante muchos años, en Argentina reinaron las adaptaciones, las consolas clónicas y las soluciones creativas. Estas opciones permitían jugar sin pagar precios muy altos. Esta situación marcó a toda una generación. También dio lugar a consolas que, incluso hoy, generan nostalgia entre los fanáticos locales.
La década de los 80 y la llegada de los videojuegos al hogar
En la Argentina de los años 80, la importación de tecnología era limitada y costosa. Sin embargo, el deseo de los jóvenes de experimentar los videojuegos domésticos llevó a que surgieran en el país muchas consolas alternativas.
Una de las primeras en hacerse notar fue la Atari 2600, probablemente la consola que marcó el inicio de los videojuegos en los hogares argentinos. Su diseño sencillo, sus joysticks clásicos con un único botón y su amplia librería de juegos como Pitfall!, Space Invaders y Pac-Man, hicieron de la Atari una leyenda.
Aunque la Atari 2600 no fue la consola más avanzada ni la más económica, logró establecer un precedente. La mayoría de los modelos que se vendían en Argentina eran clones brasileños o asiáticos, adaptados para funcionar con los televisores locales. La nostalgia por estos dispositivos perdura en muchas familias, que aún conservan sus cartuchos o recuerdan los códigos para reiniciar la consola sin perder progreso.
El auge de los clones con la revolución de 8 bits
Si hay una época dorada para las consolas retro en este país, esa fue sin duda la era de los 8 bits.
A mediados y finales de los 80, con la popularidad global de la Nintendo Entertainment System (NES), comenzaron a aparecer múltiples versiones no licenciadas de esta consola. Es en este contexto donde emerge una de las más emblemáticas y queridas por los argentinos: la consola Family.
Con su diseño inspirado en la Famicom japonesa, la consola Family se convirtió en un clásico de los hogares argentinos. Asequible, fácil de conseguir y con una biblioteca casi infinita gracias a los cartuchos múltiples (los famosos “9999 en 1”, aunque en realidad contenían muchas repeticiones), esta consola marcó la infancia de millones.
Su popularidad fue tal que aún hoy es común escuchar a personas que llaman “Family” a cualquier consola retro, aunque no tenga relación directa con ella. La Family fue el puente de acceso al universo Nintendo para una generación que no podía costear una NES original.
Sega y Nintendo: una rivalidad tardía pero intensa
Mientras que en otros países la rivalidad entre Sega y Nintendo definía la elección de consolas, en Argentina esa competencia llegó más tarde.
Durante la primera mitad de los 90, Sega supo ganar terreno con su Sega Genesis (conocida como Mega Drive en Europa y Japón), que en nuestro país tuvo una distribución mucho más estable gracias a acuerdos de licencia con Tec Toy, una empresa brasileña que logró insertar sus productos en todo el Cono Sur.
La Sega Genesis ofrecía gráficos superiores a los 8 bits, música más compleja y una jugabilidad fluida. Juegos como Sonic the Hedgehog, Mortal Kombat, Streets of Rage y Golden Axe la convirtieron en favorita entre los adolescentes. A esto se sumaba su estética más “madura” y su enfoque en la acción, que contrastaba con el universo más colorido y familiar de Nintendo.
Por su parte, Nintendo logró posicionarse con la Super Nintendo (SNES), aunque con un menor alcance comercial que Sega en Argentina. Aun así, la SNES logró generar una fuerte comunidad de fans, sobre todo por títulos como Super Mario World, The Legend of Zelda: A Link to the Past y Street Fighter II. Muchos de estos juegos hoy forman parte de los rankings históricos de los mejores videojuegos de todos los tiempos.
PlayStation y el salto a la era del CD
A finales de los 90 una consola cambió para siempre la forma en que se consumían videojuegos en Argentina, la Sony PlayStation.
Con su sistema basado en CD-ROMs, la consola permitía almacenar más contenido, incluyendo escenas cinemáticas, mejor música y gráficos tridimensionales. Pero más allá de sus capacidades técnicas, la PlayStation se volvió popular por una razón fundamental: la posibilidad de piratear los juegos fácilmente.
En un país golpeado por la inestabilidad económica, la existencia de discos grabados a precios accesibles (que se vendían en galerías, ferias y hasta kioscos) hizo que la PlayStation original —también conocida como PS1— fuera un fenómeno.
Juegos como Winning Eleven, Resident Evil, Final Fantasy VII y Crash Bandicoot se volvieron parte de la cultura gamer argentina. Además, la llegada de los primeros cibercafés que ofrecían consolas para alquilar por hora consolidó su lugar en la historia local.
Entretenimiento en movimiento
Aunque siempre fueron más caras, las consolas portátiles también dejaron su huella. La Game Boy, especialmente en su versión Color, fue una de las más deseadas, principalmente por su juego insignia: Pokémon. Tener un Game Boy y conectarse con un amigo mediante el cable Link para intercambiar criaturas era una experiencia inolvidable.
Otra consola portátil que tuvo cierta presencia fue la Sega Game Gear, aunque por su alto consumo de pilas y su precio, no llegó a la misma masividad. Años más tarde, con la llegada de la Game Boy Advance y la Nintendo DS, el mercado portátil se diversificó, pero ya fuera del espectro retro.
La emulación y el regreso de los clásicos
En la actualidad, muchos de los jugadores que crecieron en los 80 y 90 han vuelto a buscar esas experiencias originales a través de las consolas retro reeditadas o mediante la emulación digital. Plataformas como Raspberry Pi o consolas como la NES Mini, SNES Mini o incluso la PlayStation Classic permiten revivir los títulos clásicos con una calidad superior y conectividad moderna.
Además, en Argentina han proliferado las ferias y tiendas especializadas en productos retro. Algunos optan por restaurar consolas originales, mientras que otros prefieren soluciones híbridas que permiten cargar múltiples sistemas en una sola consola.
Lo cierto es que el interés por lo retro no solo se mantiene vivo, sino que crece, impulsado por la nostalgia y por una generación que quiere compartir con sus hijos los juegos con los que creció.
Un legado cultural
Las consolas retro en Argentina no fueron simplemente dispositivos electrónicos: fueron elementos culturales que definieron una época. A pesar de las dificultades económicas, de la falta de licencias oficiales y de las restricciones del mercado, los argentinos encontraron la forma de acceder, jugar y disfrutar de los videojuegos.
Cada consola mencionada tiene su historia en nuestro país, desde la pionera Atari 2600, pasando por la creatividad de los clones de 8 bits como la consola family, hasta la consolidación de PlayStation como fenómeno social. Este recorrido es también un reflejo de cómo la cultura gamer local se desarrolló en condiciones únicas, dando lugar a una identidad propia en el mundo de los videojuegos.
Hoy, cuando hablamos de retro gaming, no hablamos solo de máquinas viejas. Hablamos de tardes enteras frente al televisor de tubo, de soplar cartuchos, de compartir un joystick con amigos o hermanos, y de descubrir mundos pixelados que, para muchos, fueron la puerta de entrada a la imaginación digital.