Por Denis Gerchkovich
«Estuve ahí, firme desde el primer día. Me mudé al hospital con la esperanza de que mi hermano salga por la puerta, caminando o en silla de ruedas», le contó Diego Funes a Toda Pasión. En su momento, el panorama era realmente complicado, pero Mariano le ganó a la muerte.
A fines de 2012, cuando Mariano Funes manejaba su moto en Miami, fue atropellado por un camión. El conductor estaba alcoholizado y cruzó el semáforo en rojo. Llegó al hospital en estado crítico. Durante los primeros dos meses estuvo en coma y no mostró señales de mejoría.
Por consejo de los médicos, su hermano buscó estimularlo por medio de aromas o voces para que «las neuronas vuelvan a comunicarse». «Le ponia perfume en el pecho, le pasaba canciones de Soda Stereo o le hacía escuchar los saludos que mandaban por audio sus amigos», explicó Diego, que luego de tanto insistir un día vio cómo su esfuerzo empezó a dar frutos.
Le puso al oído el relato del gol de la Mano de Dios que Diego Maradona le hizo a Inglaterra en el Mundial de 1986. En ese preciso instante, se dio la primera reacción de Mariano, quien gesticuló y movió un brazo. Todo quedó filmado. A partir de ahí, comenzó la lenta recuperación.
Quince días más tarde, Mariano abrió los ojos y lentamente empezó a progresar. Tras cuatro meses de estar en terapia intensiva, pasó a una habitación común y dos meses más tarde abandonó el hospital con 40 kilos de menos.
Varios años después se conoció esta historia. «Lo cuento para darle esperanza a cualquier persona que tenga un familiar en esta situación. No hay que dejarlo tirado en la cama, sino estimularlo con música y voces conocidas», cerró Diego, que detalló que la rehabilitación siguió afuera de la clínica. Fue una larga lucha, pero lograron salir adelante.
